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mutua entre la misión universitaria y la jesuítica. Además, cuando 
las universidades de la Compañía se esfuerzan en hacer de la 
promoción de la justicia un rasgo característico de su identidad, 
pueden ayudar a la propia Iglesia a transmitir su condición 
solidaria y compasiva y a hacer más creíble su mensaje.

Pero, ¿por qué debería trabajar una universidad por la justicia? 
¿Esta tarea no la distrae de su vocación académica? Parece que no; 
aportemos algunos motivos. La injusticia actual supone un reto 
intelectual de primera magnitud, que convoca al conjunto de las 
ciencias. De otra parte, las universidades están al servicio de las 
sociedades, comprometidas en su crecimiento y progreso. Y no 
existe progreso si no hay inclusión. Están también al servicio de 
sus alumnos y estos solo crecerán en humanidad si incorporan 
una preocupación ciudadana y vital por el sufrimiento de los 
últimos. Las universidades tienen un horizonte universal, al igual 
que la justicia. 

En 2014 apareció en el número 116 de la revista 

Promotio Iustitiae 

un documento dedicado precisamente a repasar los modos en 
que las universidades de la Compañía están promoviendo la 
justicia. El panorama es muy rico y esperanzador. En lo que 
sigue expondré de modo libre algunos de los contenidos de este 
documento, que puede ser más tarde consultado por ustedes 
con mayor detenimiento.

1. La formación del alumnado

Un ámbito en que puede ser abordada la promoción de la justicia 
es la formación del alumnado. Una universidad encuentra 
en las vidas futuras de sus estudiantes –ellos y ellas– el juicio