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La promoción
de la justicia
La llamada a trabajar en favor de la justicia nunca ha sido
tan imperiosa. El 10 % de los hogares más ricos del mundo
poseen el 85 % de los activos mundiales, mientras el 50 % más
pobre solo tiene el 1 % de la riqueza global de los hogares
1
.
Las diez personas más ricas del mundo acumulan en 2011 una
riqueza mayor que la necesaria para conseguir los Objetivos de
Desarrollo del Milenio
2
. 1.300 millones de personas no tienen
acceso a electricidad, 2.600 millones carecen de servicios de
saneamiento y 900 millones no disponen de agua potable limpia
y segura
3
.
La región centroamericana no escapa a esta realidad global de la
injusticia, con sus propios matices: menores trabajando, escasa
proporción del producto interior bruto invertida en educación,
reducida escolarización secundaria, excesiva desigualdad,
elevadísima violencia y tasa de homicidios, fuerte deterioro
medioambiental y deforestación, creciente impacto del cambio
climático sobre las poblaciones rurales pobres, entre otros.
Las causas son históricas, endógenas y foráneas, difíciles de
desenmarañar y siempre controvertidas, pues los intereses son
muy variados, tal como sucede en otras latitudes.
Nuestro anterior P. General, el P. Kolvenbach, decía que “no
se puede prescindir de las universidades para responder a los
desafíos de la injusticia” Kolvenbach, (2006, p. 345). A su vez
y como tendremos ocasión de comprobar, el compromiso por
la justicia puede llevar a nuestras instituciones académicas a ser
mejores universidades. No hay contradicción, sino fecundación
1 Rafael Díaz-Salazar,
op. cit., p. 11.
2
ibid, p. 15.
3
Crecimiento ecológico inclusivo: el camino hacia un desarrollo sostenible, Banco
Mundial (2012), disponible en: http://goo.gl/BW3gi, enero 2016.