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Espiritualidad civil

Dios” (Mt 27, 45). Ayudar a desclavar a los crucificados de la historia 
puede ser camino para que quien no cree, pueda abrirse a la fe.
 

Pero la fuerza de la Ruah, -Espíritu- lo resucitó. Y justamente 
fueron las mujeres las primeras que dieron testimonio de que 
habían visto a Jesús, resucitado. Es esta parte la que muchos de 
los de la espiritualidad civil, no compartirían…

Pero antes de su muerte nos dejó una herencia increíble. Realizó 
una 

cena entrañable, que fue su despedida, enseñándonos a hacerlo 

presente siempre que partiéramos y compartiéramos el pan y el 
vino; es decir la comida. Y dijo claramente “hagan esto en mi 
recuerdo” (cfr. Lc 22, 19). Este único ritual que nos legó, quedó 
completado con la versión de Juan evangelista, que justo en el 
momento en que estaban en la cena última, Jesús le lavó los 
pies a sus compañeros y compañeras, con un acto de sencillo 
servicio. Y allí también dejó otro imperativo para todos los que 
lo quieran seguir: 

hagan ustedes lo mismo (cfr. Jn 13, 1-15). 

Estos rasgos de Jesús son los que pueden dar carne y un sentido más fuerte a 
los valores meramente humanos.
 Lo que Jesús nos enseñó, no tanto con 
sus palabras sino con sus actitudes, es lo que ayuda a darle más 
dinamismo a los valores humanos, los enriquecen y les dan brillo. 

Aprovechar este dinamismo de Jesús, aunque no necesariamente 
supone tener fe, puede, con todo, 

inspirar y enriquecer la 

“espiritualidad civil”. Propongo este ejemplo de Jesús, porque 
la espiritualidad civil puede unirse con personas cristianas que 
desde una fe enraizada en el compromiso por la transformación 
del mundo, pueden compartir dicha espiritualidad y se pueden 
establecer profundos lazos, hasta amalgamas, para lograr una 
estrategia contundente para modificar el rostro de la Tierra.