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Espiritualidad civil
renunciar a derechos legítimos, en beneficio de ese valor. Sin
esta capacidad de arriesgarse, eso no sería todavía valor; serían
enunciados o formulaciones deseables, únicamente.
Puede haber experiencias primordiales de comportamientos y
actitudes, en el seno de familias que transmiten valores y que
se graban en la sensibilidad y la inteligencia, desde muy temprana
edad. También el enamoramiento, como ya señalamos, puede
ser una escuela donde el respeto, la entrega, la fidelidad, crean
actitudes cargadas de valores. Son estas “experiencias de
iniciación en los valores”. Pero haber captado la bondad de
esos valores, y tener además, vivencias de los contravalores; es
decir, de la indignidad en que vive la gente en la miseria, de la
situación en que estamos dejando al ambiente; del racismo, del
machismo, etc., es la manera más contundente de acercarse a
la “vivencia adulta de los valores humanos”.
VII. Los valores humanos básicos
La dignidad de la persona y de la Tierra
El primer valor es la dignidad de la persona, unida a la dignidad
de la Tierra. Esto significa que
la persona es el valor. Implica que
este primer valor es el que va a orientar a los otros tres. Pero la
persona, hoy más que nunca, no subsiste a no ser que haya un
hábitat que le dé vida digna. De allí que ambos elementos estén
íntimamente entrelazados.
Ahora bien, estos valores que se aprenden precisamente teniendo
vivencias en el contravalor,
suponen experiencias bien preparadas
y acompañadas. El basurero de nuestras ciudades en los países
pobres, por ejemplo, es un lugar impactante para captar el