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Espiritualidad civil
Séptimo. La espiritualidad civil tiene un talante neurálgico de
“compasión” con el dolor y el sufrimiento. No sólo vibra de
indignación ante todo lo malo, lo injusto; sino que esa compasión
lleva a querer transformar al yo profundo y a las sociedades.
Esa compasión brinda la
posibilidad de dar y pedir el perdón. Eso
es reflejo de Jesús, que es precisamente en la tortura de la cruz
que perdona a los que lo están torturando. Teresa de Calcuta es
señera en esto.
Octavo. La espiritualidad civil posee el rasgo de la “paz”
como finalidad de la acción. El
shalom de la mentalidad judía.
Una paz entendida como la llegada a una sociedad donde hay
dignificación de las personas y de la Tierra, donde se excluye
cualquier forma de explotación y donde se da un lugar bueno
para vivir: la eutopía. Pero también la paz, como vehículo y
medio para lograr las metas. Esta paz se expresa en
generación
de concordia, pese a las diferencias y desavenencias. Shalom es paz
completa, es salud, es ausencia de temor. ¡Todo se ha completado
por fin! Luther King fue un heraldo notable en esta búsqueda
constante de la paz, con medios pacíficos.
Noveno. Una característica muy importante de la persona con
espiritualidad civil es que encuentra fuerza grande para actuar,
gracias a sus deseos.
El deseo es una sensación muy peculiar. Es
una emoción que se convierte en anhelo de querer lograr algo
que atrae y seduce. Conlleva en sí misma, un empuje y un resorte
que hace saltar hacia la acción. Se contrapone a la desgana o
a la inapetencia, que también es una sensación, pero esta, en
cambio, embota. Si quisiéramos comparar el deseo con algo, se
diría que es como un muelle, un disparador que catapulta a la
persona a la acción. El pánico, por el contario, deja estática a la