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Espiritualidad civil
IV. Rasgos de la espiritualidad civil
Hay personas y grupos de buena voluntad, que pueden aportar
mucha energía y entusiasmo para arremeter con la ingente tarea
de lograr un mundo diferente. Una “espiritualidad civil” podría
ser un punto de unión para las personas de buena voluntad. Para
luchar por una sociedad buena, para que toda la gente pueda
vivir con dignidad. Recordemos que “espiritualidad es aquello
que da forma a nuestras acciones” (Rolheiser, 2003, pág. 18),
además señala este autor, que la espiritualidad “debe dar energía,
fuego” a la vida (Rolheiser, 2003, pág. 24).
Esta “espiritualidad civil” de la que hablo, no tiene, en sí misma,
una relación necesaria con una creencia religiosa, ni con una
experiencia de fe. Incluso personas que se autodenominan “ateas”
o sin religión, podrían participar de esta espiritualidad. ¿Cuáles
serían, entonces, las características de esta espiritualidad civil?
Paso, ahora a presentar sus rasgos. Es oportuno que mientras
enuncio los elementos de esta espiritualidad, visualicemos a
personas concretas que creemos que poseen esas cualidades…
Una salvedad: los siguientes ejemplos muestran algunos de los
rasgos de esta “espiritualidad civil”, pero en varios de esos casos,
las personas sí poseen una fe…
Primero. Alguien con espiritualidad civil, posee, con
frecuencia, como sustrato experiencial el haber experimentado
una “
indignación” profunda. Quien goza de esta espiritualidad,
de algún modo se ha topado con el dolor, con la injusticia,
con la sensación de que “esto no puede ser”, “no es justo”,
“¡no hay derecho!”. Máxime si esta experiencia de encontrarse
con la miseria humana, ha estado apoyada por alguien que le