14
Espiritualidad civil
estructura social y económica, el irrespeto al ambiente, la carrera
armamentista, y el consumismo exacerbado de unos pocos,
mientras otros se consumen por pretender todos esos lujos
del mundo, son la causa de tantos desastres. Los dos grandes
venenos de este sistema imperante, citando a Keynes, son: en
primer lugar, ser absolutamente incapaz de crear empleo digno
para toda la gente, y en segundo lugar, incapaz de crear igualdad
entre los humanos (citado por González Faus, 2013, pág. 64).
II. Punto de partida: la inequidad y la
fragmentación social
En una sociedad tan fragmentada como la que tenemos en
muchas partes del mundo, hay que buscar puntos de unidad
y de convergencia para orientar una transformación hacia una
sociedad inclusiva, un lugar bueno para vivir. En el orden actual
vigente, el modelo económico que tenemos genera condiciones
de subalternidad y configura una sociedad dual, entre los incluidos
y los excluidos, que son las grandes mayorías. Es esa exclusión la
que provoca la perpetuación y aumento de la pobreza, no sólo
en términos de ingresos, sino de una pobreza estructural que
impide a las personas lograr una vida digna. Vida digna sería
todo aquello que permite la reproducción material subjetiva y
espiritual, pertinente. Esto supone que se respete y se cuide la
seguridad, que se garantice la equidad social y económica, que se
promueva y reconstruya un ambiente sano y sustentable. Que se
cuente además con un Estado de derecho robusto, subsidiario y
redistributivo, con capacidad de mediación, arbitraje y sanción.
Que todo ello provoque una cultura de paz y de armonía. Para
lograr todo esto, es necesario actuar con sinergias y evitar la
fragmentación social, que históricamente ha roto los tejidos