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Espiritualidad civil

y verdad”. En espíritu; es en esto en lo que vamos a apoyarnos 
en toda esta presentación. Pero también con la característica 
esencial de la verdad, que es honestidad, que es honradez, que 
es sobre todo justicia, pero que transforma personas -como le 
sucedió a esta samaritana- y pretende transformar mundos.

Para Jesús, profeta extraordinario, hombre cabal que pasó 
haciendo el bien -esto lo reconocen aun los más fieros 
increyentes-, las personas de buena voluntad son quienes 
personifican varias de sus actuaciones en los evangelios. El 
samaritano enemigo de los judíos, que podría haber matado al 
que habían ya golpeado unos ladrones y lo habían dejado en 
una cuneta herido, es quien tiene un comportamiento ejemplar. 
A diferencia del sacerdote y el letrado, que dan rodeos. Un no 
judío, es quien lo atiende, lo carga y lo hospeda. Su corazón era 
bueno y servicial. Esto es ejemplo de lo que hay que hacer: Ve 
tú y haz lo mismo (cfr. Lc 10, 37).

La mujer sirofenicia -pagana- es quien le da una lección a ese 
“tal Jesús” (Hch 25,19). Ella le pide que sane a su hija. Jesús le 
da una negativa aduciendo que había venido para los judíos y 
no para los paganos -considerados “perros” en la mentalidad 
judía-. La mujer lo corrige en su mentalidad judía , e influye 
fuertemente sobre Jesús cuando le refuta diciendo que también 
los cachorritos recogen las migas de la mesa de sus amos… 
Jesús quedó sumamente admirado. La persistencia de esa mujer 
de buena voluntad, que hacía todo para sanar a su hija, lo logró. 
Por su parte Jesús, gracias a ella, cambió de parecer y amplio su 
concepción sobre los paganos. El corazón de esa mujer mostró 
una captación profunda del corazón de ese Jesús, y se estableció 
sintonía (cfr. Mc 7, 25-30).