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Espiritualidad civil
proselitismos, de guerras a causa de ello. La hecatombe de las
Torres gemelas en Nueva York, fue realmente un golpe que ha
mostrado el poder de lo religioso beligerante en el acontecer
mundial. La fuerza del movimiento musulmán está creciendo
en varios países con mucho poder y hasta amenaza. Lo que
queda de manifiesto es que lo religioso puede contribuir a hacer
modificaciones en la sociedad para una transformación en
positivo, o para una legitimación alienante.
De allí la importancia
de valorar todo este resorte subjetivo, que lo estamos ahora enmarcando
en “lo religioso”. Como si lo religioso es donde se concentra y se
explaya públicamente mucho material sicológico, lo sensible, lo
afectivo y lo que puede dar sentido en la vida. Estos fenómenos
no son ni estables ni predecibles. En unas zonas geográficas
lo religioso cobra relieve. En otras, en cambio, declive. En
unos movimientos religiosos hay bajas, mientras en otros hay
engrosamiento de filas. Lo que queda claro es que lo religioso
hace tambalear al mundo mucho más que otras cosas, para bien
y sobre todo para mal.
Es un hecho manifiesto cómo muchas personas creyentes -de
varias denominaciones- se están apartando de las iglesias más
históricas, sobre todo en el mundo occidental. Este fenómeno
es más común en los países europeos. En el sur, más bien,
proliferan una serie de sectas cuyo rasgo y estrategia está
precisamente en generar divisiones de divisiones. Muchas de
ellas tienen origen en variaciones de pentecostalismos. Esto
provoca la proliferación de dirigentes, muchos de ellos con
escasísima preparación teológica y de una cultura general muy
endeble, que encuentran en el oficio de guías espirituales una
manera cómoda de ganarse la vida y hasta enriquecerse. El éxito
de estos movimientos reside en la necesidad que tienen, sobre