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a abrirse a él. De este modo creyeron en él, no ya por la fe dada
al testimonio, sino por la relación en fe con él.
En el lenguaje del cuarto evangelio, pasaron del creer al conocer,
donde conocer no es dejar atrás la relación de fe, sino pasar de la
fe dada al testimonio del testigo y, en cierto modo al testigo, a la
fe dada directamente a Jesús por la relación con él, pero, en todo
caso, una relación de fe: de apertura al misterio de su persona
que aparece en la autorrevelación que él hace de sí.
9. La dificultad de suscitar la fe y la fe supletoria de Jesús
(Mc. 9, 14-29)
9
Cuando Jesús, como respuesta a la proclamación mesiánica
de Pedro, advierte a los discípulos que “el Hijo del Hombre
va a ser entregado a manos de los hombres”, ellos se quedan
completamente desorientados porque, como le dice Pedro, si él
tiene el espíritu, que es el poder de Dios, no es posible que caiga
en poder de los enemigos, porque tendrían que tener más poder
que el mismo Dios. Jesús les replica que ese modo de concebir
el poder (que sigue siendo el de la mayoría de los cristianos),
es propio de los seres humanos, no de Dios, y les advierte
que el que quiera seguirlo tiene que estar dispuesto a que lo
crucifiquen. Él no les promete éxito sino fecundidad histórica.
Ellos no aceptan la mentalidad de Jesús y él se siente solo y triste
al comprobar que no es capaz de trasmitir a los suyos la gloria
de ese camino de entrega total.
Seis días después sube a una montaña con tres de ellos y Dios
9 Navarro, oc, 324-331; Gnilka, oc, 49-60; Taylor, oc, 470-478; Luz, oc, 676-685;
Bonnard, 384-390; Grilli-Langner, oc, 445-449; Léon-Dufour,
Estudios de evangelio.
Cristiandad, Madrid 1982, 177-220.