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porque la libertad de criterios, y la fuerza con que se expresen,
aseguran la democracia. Una democracia humanista.
A la par de la dedicación al crecimiento económico, se necesi-
ta una concentración de esfuerzos en el crecimiento cultural,
que es imprescindible tanto para el progreso social como para
la prosperidad espiritual, sin la cual no hay, a su vez, desarro-
llo posible. Y el reto del desarrollo cultural es doble: debe ac-
tuar entre las naciones centroamericanas, para contribuir a la
integración regional; y debe actuar hacia adentro de nuestras
sociedades para contribuir a su integración interna, cambian-
do radicalmente las metas sociales. Y en los dos sentidos, debe
preservar la diversidad. No se trata de homogeneizar, sino de
crear condiciones para una cultura contemporánea, que nece-
sariamente debe ser diversa, como lo es la sustancia de nuestra
propia identidad común. Se trata de que el atraso cultural deje
de ser una rémora para el desarrollo económico; y que este a su
vez deje de serlo para el desarrollo cultural.
No podemos olvidar que la tendencia del proceso global, en
sus extremos económicos, y de comunicación, es la desnacio-
nalización. Tanto los capitales, como las imágenes, y el torrente
de información diaria, se desplazan por medios electrónicos sin
consideración de fronteras; y porque tienen que ver cada vez
más con los individuos y no con las naciones, al hacer caso
omiso de las identidades, las descuajan.