Desde el punto de vista cristiano, también en los fenómenos
migratorios, al igual que en otras realidades humanas, se verifica
la tensión entre la belleza de la creación, marcada por la gracia y
la redención, y el misterio del pecado. El rechazo, la discrimina-
ción y el tráfico de la explotación, el dolor y la muerte se contra-
ponen a la solidaridad y la acogida, a los gestos de fraternidad y
de comprensión. Despiertan una gran preocupación sobre todo
las situaciones en las que la migración no es sólo forzada, sino
que se realiza incluso a través de varias modalidades de trata de
personas y de reducción a la esclavitud. El “trabajo esclavo” es
hoy moneda corriente. Sin embargo, y a pesar de los problemas,
los riesgos y las dificultades que se deben afrontar, lo que anima a
tantos emigrantes y refugiados es el binomio confianza y esperan-
za; ellos llevan en el corazón el deseo de un futuro mejor, no sólo
para ellos, sino también para sus familias y personas queridas.
¿Qué supone la creación de un “mundo mejor”? Esta expre-
sión no alude ingenuamente a concepciones abstractas o a reali-
dades inalcanzables, sino que orienta más bien a buscar un desa-
rrollo auténtico e integral, a trabajar para que haya condiciones
de vida dignas para todos, para que sea respetada, custodiada y
cultivada la creación que Dios nos ha entregado. El venerable
Pablo VI describía con estas palabras las aspiraciones de los hom-
bres de hoy: «Verse libres de la miseria, hallar con más seguridad
la propia subsistencia, la salud, una ocupación estable; participar
todavía más en las responsabilidades, fuera de toda opresión y al
abrigo de situaciones que ofenden su dignidad de hombres; ser
más instruidos; en una palabra, hacer, conocer y tener más para
ser más» (Cart. enc. Populorum progressio, 26 marzo 1967, 6).
Nuestro corazón desea “algo más”, que no es simplemente un
conocer más o tener más, sino que es sobre todo un ser más. No
se puede reducir el desarrollo al mero crecimiento económico,
obtenido con frecuencia sin tener en cuenta a las personas más
débiles e indefensas. El mundo sólo puede mejorar si la atención
MENSAJES DE SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO
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