A la prevención general positiva se le critica de sustentarse 

únicamente con aspectos teóricos, pero que carece de elementos 
de verifi cación práctica de los efectos del Derecho Penal, y que 
como teoría legitimadora de la intervención punitiva del Estado 
resulta limitada.

3.1.2 Prevención especial

A la teoría de la prevención especial, también se le denomina 

“prevención individual”. Se orienta en prevenir que los individuos 
que ya han infringido la norma penal, cometan nuevos hechos 
delictivos. Este propósito persigue conseguirlo de dos maneras 
opuestas entre sí, la primera, denominada prevención especial 
negativa, que busca evitar que el condenado cometa nuevos delitos 
en un futuro. Se basa en la coacción al autor del hecho delictivo, 
para que no vuelva a delinquir, ya no se dirige a la colectividad. 
Esto lo pretende lograr mediante su inocuización, es decir, volver 
inofensivo al autor para que no vuelva a cometer un delito; o 
bien, por medio de la prevención especial positiva, que procura la 
resocialización del delincuente. La prevención especial positiva, a 
pesar de la creciente justifi cación para determinados delitos, como 
violaciones, seguridad del Estado, terrorismo, etc., es contraria a 
los propios fi nes de un Estado Democrático de Derecho y lesiona 
gravemente la humanidad de las penas, al inobservar el principio 
de culpabilidad y privilegiar el derecho de autor.

A pesar de sus imperfecciones, la resocialización resulta 

indispensable en cuanto a que busca reducir las consecuencias 
desocializadoras que puede provocar en el reo su conducta 
delictiva, y mantiene viva la posibilidad para que pueda reintegrarse 
a la sociedad, aunque en la práctica no logre alcanzarse. Es bien 
sabido que nunca en el devenir histórico se ha logrado cumplir 
con los fi nes rehabilitadores mediante el castigo. No obstante, la 
prevención especial negativa que procura la resocialización del 
condenado, debe ser defendida por el Estado Democrático, a falta 
de una mejor propuesta, debido a que representa una visión más 
humana de la pena. 

EDGAR ORLANDO RUANO GODOY

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