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Guía para una mejor gestión ambiental en las municipalidades 

Los elementos sociales influyen en los naturales al momento en que las personas modifican
intencionalmente su entorno natural para satisfacer sus necesidades de una mejor manera 
(Anzolín, 2015). Los elementos artificiales pueden tener un papel importante en este
aspecto, como cuando el ser humano elimina un bosque para construir una urbanización 
o, por el contario, toma un terreno baldío y lo convierte en un bosque.

Otra forma en que las personas pueden influir en la naturaleza es mediante el uso de
los recursos naturales, pues al hacerlo generan desechos que devuelven a la naturaleza, 
modificándola (Anzolín, 2015). Por ejemplo, al tomar una fruta como alimento y tirar su
cáscara, dependiendo del lugar en que esta caiga, puede servir como abono y beneficiar a
la naturaleza o, por el contrario, contaminarla con malos olores y descomposición orgánica 
que atrae y prolifera animales que transmiten enfermedades.

Como se puede observar, las relaciones entre el hombre y la naturaleza pueden generar 
efectos positivos, pero también negativos, tal y como refiere Sánchez (2010):

Los efectos positivos se dan cuando las personas benefician al medioambiente 

a través de diversas actividades como la reforestación, tratamiento de aguas 

residuales, creación de viveros forestales, reciclaje, recolección y tratamiento 

de desechos sólidos, entre muchas otras más. Aunque, la actividad principal en 

este sentido es el respeto al medioambiente.

Los efectos negativos son consecuencia de la degradación que el ser humano 

hace sobre la naturaleza, ya sea al contaminarla o bien al hacer uso de los 

recursos naturales de forma no sostenible, abusiva o ineficiente. A esto último 

se le conoce como «depredación» y se observa en actividades como la 

deforestación, la caza y pesca ilegal, la explotación de recursos naturales, etc.

Debido a que todos los elementos tienen influencia entre sí, es lógico que los daños
causados por el ser humano a la naturaleza regresen a él. Prueba de ello son los 12.6 
millones de muertes a nivel mundial que en el 2012 el Programa de Naciones Unidas 
para el Medio Ambiente (PNUMA), en colaboración con la Organización Mundial de la 
Salud (OMS), relacionó con la degradación ambiental (PNUMA, 2016). Por esta razón, la 
protección del medioambiente se torna de vital importancia, tanto a nivel nacional como 
internacional.