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Instituto de Investigación y Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Sociales (IIJ)

a nuevos delitos, de cualquier naturaleza que sean. Cuarto: Que la reserva del Gobierno 
de Guatemala al ratificar la Convención, solamente exceptuó de las obligaciones asumidas 
por ese país la prohibición de aplicar la pena de muerte a delitos comunes conexos con los 
políticos para los cuales ya tuviera prevista esa pena con anterioridad, y

 no puede ese Gobierno 

invocar tal reserva para extender su aplicación a nuevos delitos, de cualquier naturaleza que sean.». Y 

en tal sentido, la aplicación de la pena de muerte conforme el artículo 4, numeral 2 del 
referido instrumento internacional en materia de derechos humanos, no puede extenderse 
a la aplicación de la sanción principal indicada a delitos a los cuales no se aplicaba antes 
de la ratificación de la Convención, es decir, existe prohibición de que dicha pena, se 
extienda en su uso y se imponga respecto a delitos para los cuales no estaba prevista con 
anterioridad a la ratificación de aquel instrumento, puesto que como lo determinara la 

Corte 

Interamericana de Derechos Humanos en el caso Raxcacó Reyes versus Guatemala, sentencia de quince 

de septiembre de dos mil quince, párrafo 66, al analizar el artículo 201 del Código Penal 
guatemalteco, reformado por Decreto 81-96 del Congreso de la República, se 

había ampliado 

la aplicación de la pena de muerte a nuevas acciones no previstas anteriormente en el tipo penal de Plagio 

o secuestro, porque según estableció: «si bien el nomen iurís del plagio o secuestro permaneció 

inalterado desde el momento en que Guatemala ratificó la Convención, los supuestos de 
hecho contenidos en los correspondientes tipos penales cambiaron sustancialmente, hasta 
hacer posible la aplicación de la pena de muerte por acciones no sancionadas con ésta en el 
pasado. Aceptar una interpretación contraria permitiría que un delito pudiera ser sustituido 
o alterado con la inclusión de nuevos supuestos de hecho, no obstante la prohibición 
expresa de extender la pena capital, contenida en el artículo 4.2 de la Convención». En 
armonía, con el reconocimiento, respeto y aplicación del bloque de constitucionalidad por 
esta Corte, cabe citar que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en Opinión 
Consultiva OC 14/94 de nueve de diciembre de mil novecientos noventa y cuatro, en el 
párrafo 57, consideró lo siguiente: «La Corte constituye que el cumplimiento por parte de 
agentes o funcionarios del Estado de una ley manifiestamente violatoria de la Convención 
produce responsabilidad internacional del Estado. En caso de que el acto de cumplimiento 
constituya un crimen internacional, genera también la responsabilidad internacional de los 
agentes o funcionarios que lo ejecutaron.» Acotado lo anterior, se 

concluye que los párrafos, 

frases y literal, tachados de vicio de inconstitucionalidad, contenidos en los artículos 132 Bis, literal a), 

norma adicionada mediante artículo 1 del Decreto 48-95 del Congreso de la República; 
el ya referido artículo 

201, que prevé la pena de muerte, no obstante no cumplirse el 

requisito que se establecía antes de la ratificación de la Convención -fallecimiento de la 
víctima-; 

201 Ter, adicionado mediante el artículo 1 del Decreto 33-96 del Congreso de 

la República, así como a las normas contenidas en el Decreto 48-92 del Congreso de la 
República, Ley Contra la Narcoactividad, literal 

a) del artículo 12, y artículo 52, únicamente en 

las palabras «muerte o», esto último, para una mejor comprensión de la norma; y que no se 
pierda el sentido de la misma, 

al ser posteriores todos a la ratificación de la Convención Americana