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Instituto de Investigación y Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Sociales (IIJ)

armónica o sistemática fundada en el principio pro persona con esos instrumentos 

internacionales, y generaría, por vicio de esa interpretación aislada, una oposición 

contradictoria con la única facultad que el artículo 18 de la Ley Fundamental reconoce al 

Congreso de la República de Guatemala: abolir la pena de muerte. Recuérdese que si los 

preceptos jurídicos son de igual jerarquía y pertenecen al mismo cuerpo legal (artículo 18 

vs. artículo 171 literal «a)» de la carta magna), la ley especial prevalece sobre la general, de 

conformidad con el artículo 13 de la Ley del Organismo Judicial, por tanto, solamente 

puede ejercerse la potestad prevista en el artículo 18 de la Ley Fundamental. 

El reflejo de las teorías abolicionistas y la influencia de la jurisprudencia y la doctrina que 

emana del Sistema Universal y del Sistema Interamericano de protección de los Derechos 

Humanos, sin lugar a dudas, ha orientado las opiniones de la Corte de Constitucionalidad 

de Guatemala, así como la jurisprudencia que crean diferentes órganos jurisdiccionales 

nacionales. Al respecto, la Corte de Constitucionalidad de Guatemala, en 1993, expresó 

en opinión consultiva: 

[...] las Constituciones hacen referencia a la pena de muerte, pero no para establecerla, sino 

para fijar los casos en que no podrá imponerse y reforzar las garantías procesales de que 

dispone aquella persona que resultare condenada a dicha pena. Establecen excepciones, 

pero la referencia común es que la ley determina los delitos en que procede imponerla. 

Nuestra Constitución sigue una orientación restrictiva y abolicionista de la pena de muerte, toda vez que 

el artículo 18 citado contempla la posibilidad de abolirla del ordenamiento jurídico y faculta para ello al 

Congreso de la República, sin que tal decisión implique reforma constitucional, por lo que no 

requiere del rigorismo que debe cumplirse para reformar parcialmente las demás normas 

de la Constitución […]

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. [Lo resaltado es propio].

Abolida la pena de muerte, el Estado de Guatemala, con fundamento en el artículo 4.3. 

de la CADH contrajo la 

obligación de no restablecerla. 

Los artículos  131 (delito de parricidio), 132 Bis literal a) y b) (ejecución extrajudicial), 

201 (plagio o secuestro), 201 Ter (desaparición forzada) y 383 (magnicidio) del 

Código Penal; y, 12 literal a) y 52 de la Ley Contra la Narcoactividad, que son motivo 

de la inconstitucionalidad se analizarán en el capítulo siguiente conforme las fuentes 

siguientes (entre otras): Sentencia de fecha 24 de octubre de 2017, proferida por la 

Corte de Constitucionalidad de Guatemala dentro del expediente número 5986-2016; 

la Constitución Política de la República de Guatemala; la Convención de Viena sobre 

el Derecho de los Tratados (pacta sunt servanda); las obligaciones que el Estado de 

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Corte de Constitucionalidad, solicitud de opinión consultiva presentada por el presidente de la 

República, gaceta 29, expediente 323-93, resolución de fecha 22/05/1993, p. 9.