caminos que requieren fi delidad y constancia, humildad y dedicación.
Vivid con confi anza vuestra juventud y esos profundos deseos de
felicidad, verdad, belleza y amor verdadero que experimentáis. Vivid
con intensidad esta etapa de vuestra vida tan rica y llena de entusiasmo.
Sed conscientes de que vosotros sois un ejemplo y estímulo
para los adultos, y lo seréis cuanto más os esforcéis por superar las
injusticias y la corrupción, cuanto más deseéis un futuro mejor y os
comprometáis en construirlo. Sed conscientes de vuestras capacidades
y nunca os encerréis en vosotros mismos, sino sabed trabajar por un
futuro más luminoso para todos. Nunca estáis solos. La Iglesia confía
en vosotros, os sigue, os anima y desea ofreceros lo que tiene de más
valor: la posibilidad de levantar los ojos hacia Dios, de encontrar a
Jesucristo, Aquel que es la justicia y la paz.
A todos vosotros, hombres y mujeres preocupados por la causa
de la paz. La paz no es un bien ya logrado, sino una meta a la que
todos debemos aspirar. Miremos con mayor esperanza al futuro,
animémonos mutuamente en nuestro camino, trabajemos para dar
a nuestro mundo un rostro más humano y fraterno y sintámonos
unidos en la responsabilidad respecto a las jóvenes generaciones
de hoy y del mañana, particularmente en educarlas a ser pacífi cas y
artífi ces de paz. Consciente de todo ello, os envío estas refl exiones y os
dirijo un llamamiento: unamos nuestras fuerzas espirituales, morales
y materiales para «educar a los jóvenes en la justicia y la paz».
Vaticano, 8 de diciembre de 2011
BENEDICTUS PP XVI
EDUCAR A LOS JÓVENES EN LA JUSTICIA Y LA PAZ
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