1. El comienzo de un Año nuevo, don de Dios a la humanidad, es
una invitación a desear a todos, con mucha confi anza y afecto, que este
tiempo que tenemos por delante esté marcado por la justicia y la paz.
¿Con qué actitud debemos mirar el nuevo año? En el salmo 130
encontramos una imagen muy bella. El salmista dice que el hombre
de fe aguarda al Señor «más que el centinela la aurora» (v. 6), lo aguarda
con una sólida esperanza, porque sabe que traerá luz, misericordia,
salvación. Esta espera nace de la experiencia del pueblo elegido, el cual
reconoce que Dios lo ha educado para mirar el mundo en su verdad y
a no dejarse abatir por las tribulaciones. Os invito a abrir el año 2012
con dicha actitud de confi anza. Es verdad que en el año que termina
ha aumentado el sentimiento de frustración por la crisis que agobia a
la sociedad, al mundo del trabajo y la economía; una crisis cuyas raíces
son sobre todo culturales y antropológicas. Parece como si un manto
de oscuridad hubiera descendido sobre nuestro tiempo y no dejara ver
con claridad la luz del día.
En esta oscuridad, sin embargo, el corazón del hombre no cesa
de esperar la aurora de la que habla el salmista. Se percibe de manera
especialmente viva y visible en los jóvenes, y por esa razón me dirijo a
ellos teniendo en cuenta la aportación que pueden y deben ofrecer a la
sociedad. Así pues, quisiera presentar el Mensaje para la XLV Jornada
Mundial de la Paz en una perspectiva educativa: «Educar a los jóvenes
MENSAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA XLV JORNADA
MUNDIAL DE LA PAZ 1 DE ENERO DE 2012
EDUCAR A LOS JÓVENES EN LA
JUSTICIA Y LA PAZ
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