única de tener una presencia educativa con la juventud del país, lo que 
en aquellos días resultaba casi imposible a los jesuitas en América. 

Pronto el centro adquirió gran renombre en toda Centroamérica. 

Al estudio de las ciencias clásicas y modernas (con un actualizado 
Gabinete de Física, un Observatorio meteorológico y el Museo de 
Historia natural), los jesuitas unieron la solidez de las materias 
prescritas por la Ratio Studiorum asegurando la enseñanza de la 
Filosofía y Teología. Con el sistema de las Academias (Literarias, 
Científi cas y de Bellas Artes) promocionaban la investigación de parte 
de los mejores alumnos. No escatimaron esfuerzos para prepararles 
en áreas como los idiomas, la pintura y la música. Cuidaron asimismo 
de la formación cristiana de los alumnos laicos a través de las 
Congregaciones de estudiantes y de la Asociación del Apostolado de 
la Oración que, fundada por el P. León Tornero, se extenderá por toda 
América Central. Era frecuente que el Presidente Carrera y después 
Vicente Cerna asistieran a las graduaciones. Durante algunos años, 
también los estudiantes jesuitas recibieron sus cursos de Teología en 
el mismo Seminario. 

Con el apoyo del Rector de la Universidad, Juan José de Aycinena, 

desde 1859 en el Colegio se impartían algunas materias del pensum 
universitario y se albergó también en él con el tiempo a ex alumnos 
que ya estudiaban en la Universidad. El número de alumnos creció de 
70 a 210 en 1869; una buena parte de ellos provenían de otras diócesis 
de Centroamérica. Los edifi cios fueron mejorando, gracias a los 
diseños del famoso P. Páramo, arquitecto, escultor y pintor. Cada vez 
se sentía más la presencia de los ex-alumnos en la Universidad San 
Carlos. Pensando en este público y en el mundo intelectual urbano, 
desde 1866, en las tardes el Seminario organizó las Conferencias 
fi losófi cas 
dirigidas por el P. Paúl, años más tarde Arzobispo de Panamá. 
Se iba creando así una red de antiguos alumnos, sacerdotes y laicos 
que serán los mejores defensores de la Iglesia en los años difíciles que 
estaban por venir. Sin duda, el Colegio Seminario ubicado en lo que 

P. JESÚS MANUEL SARIEGO RODRÍGUEZ, S.J. 

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