benemérito en el dominio del quiché. A la vista del trabajo en la costa, 
Monseñor Piñol incluso llegó a pedir en 1870 que la Compañía se 
hiciese cargo de la evangelización del Petén. 

3. LA APUESTA POR LA EDUCACIÓN Y LA CULTURA

Se puede decir que durante la etapa colonial, los jesuitas 

entraron en el mundo educativo de Guatemala con humildad y 
desde abajo. La Compañía comenzó haciendo lo que los vecinos y 
autoridades municipales más les pedían: enseñar a sus hijos a “leer, 
escribir y contar
 como dicen las Cartas anuas de los Provinciales a Roma 
en esta época. Hasta 1635, los jesuitas fueron sobre todo maestros de 
primeras letras o como dicen los catálogos de la Compañía en la época, 
ludimagistri” (es decir, educadores desde el estudio y el juego). Por eso 
pronto fueron apreciados como educadores. Vinieron a llenar el vacío 
y deseo de una institución educativa ansiada ya desde los tiempos del 
obispo Marroquín y cuyo prestigio no logró eclipsar el surgimiento de 
la Universidad San Carlos. 

Los esfuerzos iban dirigidos hacia la enseñanza de las primeras 

letras, las llamadas entonces “Facultades menores” (Gramática, 
Humanidades y Retórica). Las bases eran el griego y, sobre todo, el 
latín

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, preferido en los colegios jesuitas de América Latina. Con su 

aprendizaje se pretendía no sólo el conocimiento de la antigüedad 
clásica, sino, sobre todo, desarrollar la capacidad de pensar y 
especialmente vincularse con el sustrato de la cultura de entonces. 

El estudio de la gramática en tres niveles: “minoristas”, “medianos” 

y “mayores”, utilizaba los textos pedagógicos de los colegios jesuitas 
como el P. La Cerda. Los alumnos se iban familiarizando con Cicerón, 
César y Ovidio hasta llegar a Virgilio y Homero. A la traducción y 
aprendizaje de los textos seguía la composición de relatos en latín. En los 

14 OSORIO ROMERO, Ignacio. Colegios y profesores jesuitas que enseñaron latín en Nueva 

España (1572-1767), Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional 
Autónoma de México, México 1979.

P. JESÚS MANUEL SARIEGO RODRÍGUEZ, S.J. 

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