de emigrantes belgas llegó a instalarse al Puerto de Santo Tomás de
Castilla, en el Atlántico guatemalteco. El primer grupo de colonos
llegó a Guatemala el 5 de enero de 1842. Su presencia hizo revivir
en el Ministro de Relaciones Exteriores Aycinena y en el gobernador
del Obispado Antonio Larrazábal, los deseos de traer a los jesuitas a
Guatemala, pensando en reactivar el seminario Tridentino y atender
las misiones rurales. Al fi n, la Asamblea aprobó en julio de 1843 un
decreto solicitando la venida de los jesuitas.
Primero lograron que se asignaran doce jesuitas a esta misión. Y al
fi n los jesuitas llegaron a la ciudad de Guatemala en 1851. La pequeña
comunidad de Guatemala crecería en 1853, cuando en Ecuador la
Compañía fue expulsada por el gobierno del General José María
Urbina. Ahora eran ya cuarenta los jesuitas. El centro de la Misión
Neogranadina se había desplazado a Guatemala; los catálogos jesuitas
la denominaron entonces como Missio Guatimalensis.
Dos notas defi nen a esta generación de jesuitas que trabajaron
en Guatemala durante la segunda mitad del siglo XIX: su pasión
misionera y su cercanía al pueblo sencillo.
Ante todo, su inquebrantable pasión por la misión. Educados en la
importancia de las tareas evangelizadoras, eran conscientes de que
Centroamérica necesitaba un mensaje nuevo para una etapa diferente
de su historia. Revivieron en las grandes hazañas de sus predecesores y
su generosidad. Eran apologetas desde los principios fi losófi cos clásicos
que veían amenazados por el racionalismo. Pero, justo es reconocerlo,
estaban marcados por una concepción de la sociedad y del Estado muy
patrimonial en la que la división entre lo temporal y lo eclesial no
existía y en la que la Iglesia debería ser tratada con ciertos privilegios.
Para muchos de ellos, el liberalismo era sólo el preámbulo del ateísmo
y por ello lo combatieron con todas sus fuerzas. Desde su formación
clásica no pudieron entender lo que signifi caba el movimiento a favor
de la constitución de las jóvenes nacionalidades centroamericanas.
TRADICIÓN JESUITA EN GUATEMALA: UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA
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