expulsión a la que se sumarían poco a poco el resto de las repúblicas 
centroamericanas. 

La tercera época, que podríamos llamar contemporánea, comienza 

en 1938 cuando, por iniciativa del Nuncio Levame y con el apoyo 
del Arzobispo Rossell regresan los jesuitas a Guatemala, en tiempos 
del gobierno de Ubico y llega hasta nuestros días. Primero asumen la 
Iglesia de la Merced, más tarde el hoy Liceo Javier, y la Universidad 
Rafael Landívar, una historia más cercana y conocida por nosotros. 

Por exigencias del tiempo y espacio, y no cansarles, me voy a 

detener en las dos primeras. 

Quisiera poder sostener que el aporte fundamental de la 

Compañía a este país en la historia ha pivotado en torno a tres hechos 
fundamentales: 

El primero, el interés de la Compañía por Guatemala, un interés 

sostenido más allá de las difi cultades y persecuciones; un interés, 
yo diría, mutuo y recíproco de parte del pueblo de Guatemala 
hacia la Compañía y sus proyectos. En segundo lugar, la tarea de la 
evangelización directa y en tercero, la apuesta por la educación y la cultura
Estos tres pilares han consumido lo más importante de la actividad 
jesuítica en el pasado. Y presiento que son también hoy pilares de los 
sueños apostólicos de jesuitas y laicos que trabajamos juntos en las 
obras de la Compañía en Guatemala. 

TRADICIÓN JESUITA EN GUATEMALA: UNA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 

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