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Ileana Gómez Galo
Revista Estudios Sociales n.
o
83, ISSN 1409-4819, pp. 1-26
En un contexto marcado por políticas de liberalización comercial,
las tierras adjudicadas durante la reforma agraria, se convirtieron en un
preciado recurso para nuevas inversiones, como parte de la «fiebre por la
tierra»; derivada de procesos de aumento en la demanda mundial de alimentos
y materias primas, así como el surgimiento de un mercado creado en función
de la demanda de tierra para agronegocios, usos urbanos y turismo
10
.
Buena parte de las tierras adquiridas entonces fueron vendidas o
alquiladas para estas nuevas inversiones, gracias a que las políticas nacionales
favorecieron la privatización, la formación de mercados de tierras, la
titulación o la parcelación de la propiedad cooperativa, en función de
aprovechar el potencial productivo de diversos territorios de la región,
para los mercados globales. Además, emergieron nuevas modalidades de
inversión como la agricultura por contrato, el arrendamiento de tierras y
la compra adelantada de cosechas. En Guatemala, por ejemplo se han
detectado casos de arrendamiento de esa naturaleza para hortalizas de
exportación. Estas relaciones de arriendo proporcionan empleo asalariado a
los pequeños propietarios de tierra
11
. En El Salvador, las plantaciones de caña
de azúcar en el Bajo Lempa se extienden sobre tierras alquiladas, por parte
de empresas cañeras, a pequeños productores y a cooperativas (tierras que
dejaron de ser sembradas colectivamente y se parcelaron entre los socios).
Como resultado de estos procesos, la tierra dedicada a la producción de
granos básicos muestra importantes cambios. Uno de ellos es la tendencia
decreciente del cultivo de granos básicos, que cede a la expansión de los
productos no tradicionales, de alta rentabilidad, para el mercado exterior;
tanto así que entre 1990 y 2005 se redujo a la mitad el área sembrada
de arroz, frijoles, maíz y sorgo, mientras se duplicaron las tierras dedicadas
a cultivos no tradicionales de exportación
12
. Además, hay una propensión
a la redistribución territorial de las actividades agrícolas en territorios
anteriormente considerados periféricos. Si bien no se cuenta con datos
específicos para la agricultura familiar, estos procesos de redistribución
territorial de la agricultura son más evidentes en Nicaragua, debido al
importante incremento de las actividades de ganadería, granos básicos, café
y la expansión de palma aceitera en las Regiones Autónomas del Atlántico;
en Guatemala ha crecido el área agrícola en Petén, Izabal y Alta Verapaz;
10
Nelson Cuéllar, «Inversiones y dinámicas territoriales en Centroamérica. Implicaciones para
la gobernanza y las construcción de alternativas», Cuadernos Prisma, (San Salvador: Prisma,
2012), 20.
11
Comisión Económica para América Latina y el Caribe, «La estructura agraria y el
campesinado en El Salvador, Guatemala y Honduras», (Ciudad de México: Cepal, 2001),
36. Consultado 15 de mayo, 2017. https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/25515/
LCmexL492_es.pdf?sequence=1&isAllowed=y
12
Rosa, Perfiles, 15.