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Las cadenas de valor ¿oportunidades para los más pobres?
Revista Estudios Sociales n.
o
82, ISSN 1409-4819, pp. 27-77
territorio, por ejemplo: persiste la inseguridad, no se cuenta con capacidades
suficientes, etc.
En el entorno institucional, se ha capturado el concepto de cadenas de
valor para asociarlo al «mito del derrame», promoviendo cadenas de valor
como vectores de empleo. Este, sin embargo, no es un fenómeno que se dé
automáticamente, pues depende de otros factores, que se pueden analizar en
el marco de los sistemas productivos territoriales.
El enfoque de cadenas de valor permite visibilizar algunos aspectos
importantes para el análisis de la pobreza. Por ejemplo, puede ser útil para
identificar estratos «intermedios»: los productores que contratan mano de
obra de la población más pobre. Así también, el papel de las instituciones
frente a otras ventajas o factores de dinamismo territorial, como lo es la
proximidad a mercados y la calidad del suelo para cultivos.
Las cadenas de valor, además, revisten importancia en programas
de reducción de la pobreza, siempre y cuando se tome en cuenta la
institucionalidad de apoyo que se requiere en los territorios, así como también
el fortalecimiento de capacidades, que muchas veces –en el caso de los
segmentos más pobres– se cree que pasa por los programas de transferencias
monetarias condicionadas (TMC); pero para ello es necesario distinguir el
segmento de población sujeta de un programa puramente asistencialista de
otro cuyos sujetos sean personas u hogares con un mínimo de condiciones
para la autogestión.