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Jorge Mario Martínez Piva

Jorge Mario Martínez Piva

Revista Estudios Sociales n.

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 82, ISSN 1409-4819, pp. 1-26

valor y complejidad aumentaba con el tiempo, mientras que los países de 

la periferia exportaban bienes primarios, los cuales sufrían un deterioro 

constante de los términos de intercambio. Según la tesis de Raúl Prebisch, 

en 1948, la característica predominante de la relación centro-periferia era 

que los países del centro –países desarrollados– lograban mayores beneficios 

de dicha relación, extrayendo ganancias y perpetuando así la condición de 

subdesarrollo –periferia– de los países latinoamericanos.  Estos últimos 

experimentaron repetidas crisis en el sector externo, con los deterioros de la 

balanza comercial y las consecuentes devaluaciones que, a la vez, provocaron 

procesos inflacionarios y deterioros de las cuentas públicas. Esta situación 

culminó con la necesidad de romper con dicho modelo de desarrollo, para lo 

cual era necesaria la industrialización que cambiara la estructura productiva 

que llevaba a la dependencia e impedía el desarrollo.

La industrialización requería un profundo cambio en la estructura 

productiva, caracterizada por ser esencialmente agraria.  Es decir, el desarrollo 

requería de un cambio estructural y la Cepal, inspirada en los pensamientos 

keynesianos y postkeynesianos, y diferenciándose del paradigma liberal

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propuso la sustitución de importaciones como un modelo de desarrollo que 

condujera a dicho cambio en la estructura productiva. La transformación de 

la estructura productiva de los países periféricos requería, no solo altas tasas 

de crecimiento, sino también cambios cualitativos en la estructura productiva 

misma y, particularmente en economías abiertas, en el empleo, en el patrón 

de especialización e inserción en la economía mundial. El estructuralismo se 

enfocó en cambios en la estructura productiva, mientras el neoliberalismo en 

el funcionamiento de los mercados.

Desde la década de 1950 hasta la de 1980, América Latina siguió una 

estrategia de desarrollo que procuraba el cambio estructural para fomentar 

la industrialización por sustitución de importaciones.  En general, los 

Gobiernos latinoamericanos promovieron las inversiones en infraestructura 

y en sectores productivos, y protegieron las nacientes industrias nacionales 

con aranceles de importación elevados, cuotas y restricciones sectoriales a 

la inversión extranjera directa (IED) o cláusulas de desempeño, entre otras 

políticas. La política se encaminó a crear un sector manufacturero nacional 

que alejara a la región de su especialización en bienes primarios y sustituyeran 

importaciones manufactureras

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 Algunos de los textos que muestran las diferencias entre el neoestructuralismo y el 

neoliberalismo son: Ricardo French-Davis, «Esbozo de un planteamiento neoestructuralista», 

Revista de la Cepal n.º 34 (1988): 37-44 y Sergio Bitar, «Neoliberalismo versus neoestructuralismo 

en América Latina», Revista de la Cepal n.º 34 (1988): 45-63.

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 Víctor Bulmer-Thomas, La historia económica de América Latina desde la independencia (México: 

Fondo de Cultura Económica, 2003), 388-419; Juan Carlos Moreno-Brid, Esteban Pérez-

Caldentey y Pablo Ruíz-Nápoles, «The Washington consensus: a Latin American perspective 

fifteen years later», Journal of Post Keynesian Economics 27, n.º 2 (2004): 345-365.