Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales
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de los procesos sociales pero debe manejarse con bastante
cuidado y siempre utilizar evidencia cruzada para confirmar
o descartar afirmaciones. Algunas no tienen otro dato que las
corrobore, pero tampoco distorsionan la narrativa general,
por lo que se han conservado. La etnohistoria
85
así como la
metodología de historias local y de vida
86
se utilizaron para
poder reconstruir el pasado de Los Copones, en especial
para el siglo XIX. Es necesario recordar que acá se asume
que una generación q’eqchi’ de dicha época, cambiaba en
promedio cada veinte años, con un margen de más o menos
cinco años, o sea entre quince y veinticinco años. De este
modo fue posible establecer que, cuando Blasques indica
que los q’eqchi’ llevaban cuarenta años viviendo allí hacia
1819, significa que tenían al menos dos generaciones de
habitación ininterrumpida. Y tomando en cuenta otros
factores, hacer una estimación entre 1765 y 1725 para las
primeras incursiones, con la fecha de 1760 como la más
segura. Las memorias comunitarias, a la vez, se corroboraron
con evidencia cruzada que implicaba los testimonios en los
registros de tierras y la memoria de finqueros y exploradores
de la región que, de manera indirecta, podrían indicar la
existencia o no de poblaciones q’eqchi’ en el XIX. En resumen,
la reconstrucción del siglo XIX se hace tomando en cuenta
tanto los informes documentales como los testimonios
orales de los q’eqchi’ de la región.
La evidencia oral de los comunitarios de Los Copones ya ha
sido tomada en cuenta con anterioridad, aunque de forma
85 Una buena introducción a esta disciplina es el libro de Russell Barber
y Frances Berdan, The emperor’s mirror: understanding cultures through
primary sources (Tucson: The University of Arizona Press, 1998).
86 Matilde González-Izás, Se cambió el tiempo: conflicto y poder en territorio
K’iche’ (Guatemala: Asociación para el Avance de las Ciencias
Sociales en Guatemala, 2002), xvii-xxvi.