Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales

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sus antepasados» y por ello incluso conocían las rutas o las 

ubicaciones de los antiguos asentamientos.

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 Esto es clave y 

se confirma con el trabajo de campo del autor en el año 2015, 

donde se pudo corroborar el conocimiento de la toponimia, 

la geografía y la historia de la región por parte de los 

comunitarios. El uso de términos –como ch’ol winq o chama’– 

y la toponimia q’eqchi’ indican, además, una habitación muy 

antigua y compartida entre al menos dos grupos pero, más 

importante aún, la construcción de una identidad comunitaria 

en poco más de dos siglos. Es decir, la construcción de 

un amaq’ que surgió de un conjunto disperso de varios 

asentamientos (chinamit), a un conjunto de comunidades 

fuertemente interrelacionadas de origen q’eqchi’. 

¿Cómo enlazar la evidencia documental de los censos del 

siglo XVIII y los informes de los dominicos de inicios 

del XIX con las memorias comunitarias de Los Copones? 

Primero es necesario recordar el origen común y bien 

delimitado de las migraciones a la región: la mayoría eran 

q’eqchi’ provenientes de aldeas y caseríos de los actuales 

municipios de Cobán, Carchá y Chamelco, y sus apellidos 

comunes lo confirman (Luc, Cac, Coc, Yat, Caal, Xol, 

etc.); por otra parte, un grupo minoritario provenía del 

área de Uspantán (uspanteko), algunos ladinos y un k’iche’

cuyas memorias aún se conservan pero que se reconocen 

únicamente como q’eqchi’.

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 Segundo: partir de la idea de un 

territorio fijo a través del tiempo, tomando en cuenta que se 

trata de más de dos siglos de historia comunitaria, no ayuda 

a comprender las dinámicas comunitarias ni la lógica de las 

formas de organización tradicional mayas. De este modo, 

82 Sin autor, Documentos dominicos, 50.
83 La llegada de estos otros migrantes fue muy posterior a las primeras 

migraciones, entre finales del siglo XIX a mediados del XX.