La construcción de un amaq’ moderno: Los Copones, Ixcán, Quiché (1760-2015)

47

material– de sus territorios históricos, al incluir dentro de su 
pasado común las personas, la cultura y el espacio territorial 
de los ch’ol ya integrados con ellos. Es necesario recalcar 
que la región no quedó despoblada en su totalidad, y las 
mismas narrativas q’eqchi’ de Los Copones hacen referencia 
a encuentros casuales con habitantes de grupos diferentes 
a ellos. Sin embargo la densidad poblacional que se tuvo 
durante el período Clásico en todas las tierras bajas nunca 
más se ha vuelto a alcanzar.

Es posible que estas poblaciones actuales tengan entre sus 
antepasados a gente ch’ol, pero fue con los q’eqchi’ –por 
razones geográficas, económicas y culturales– con quienes 
la relación fue más intensa. Algunos lugares, como el 
pueblo de El Chol, en Baja Verapaz, muestran hasta qué 
punto –a través de las «reducciones»– llegó a establecerse 
la población ch’ol entre poblaciones etnolingüísticas 
del altiplano. De este modo la reducción a pueblos de 
los dominicos y los demás factores ya mencionados, 
provocaron que hacia 1750 la población ch’ol de la actual 
Alta Verapaz fuera q’eqchi’ casi en su totalidad. A su vez 
esta nueva población q’eqchi’ tenía ya muchos de los rasgos 
de las poblaciones mayas de las tierras bajas dentro de su 
cultura cotidiana, elementos que incluían la tradición oral 
sobre los orígenes y otros relatos de tipo simbólico, como 
la relación con los cerros, animales y plantas, entre otros. 
Se propone esta fecha porque en la Recordación florida de 
la década de 1690 todavía se menciona al oriente de la 
Verapaz como tierra habitada por los «ch’ol y lacandón», en 
la figura 6. Cincuenta años después, como se verá adelante, 
ya no se habla de población ch’ol en la región, únicamente 
algunas referencias como grupos pequeños dispersos.