La construcción de un amaq’ moderno: Los Copones, Ixcán, Quiché (1760-2015)

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El uso de esta variedad de pisos permitía un tipo de 

producción y subsistencia que iba más allá de los listados 

de productos que generalmente aparecen en las crónicas 

coloniales y republicanas, en particular porque muchos de 

estos (por ejemplo las flores) no formaban parte de lo que 

se consideraba «subsistencia» ni tampoco «comercio». A 

la vez, y con excepción de los mencionados pueblos que 

colindaban inmediatamente con varios pisos ecológicos, 

la mayoría de ellos poseían un patrón disperso, conectado 

no tanto por la contigüidad física sino por la historia, la 

propiedad colectiva y la comunidad. Gallini lo sintetiza de 

la siguiente manera:

La territorialidad tiene que ver con fronteras e 

identidades. En la época precolonial los territorios 

mayas eran a menudo discontinuos y dispersos, y 

las comunidades, como norma, no reclamaban una 

relación especial con un espacio definido por límites. 

No parecía operar, entonces, el artificio de un orden 

espacializado, definido por confines que le dan forma

como un vaso hace con un líquido.

58

 

Más adelante, Gallini amplía su idea al indicar que los límites 

específicos –mojones– más bien podrían haber respondido a 

lugares sagrados o a una geografía sagrada que, por lo mismo, 

no estaba delimitada según las ideas modernas de territorio 

y fronteras.

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 La evidencia encontrada en Los Copones, 

además de Santiago Atitlán, Momostenango y Sololá, 

muestra más bien un modelo «mixto» donde las fronteras 

muy bien delimitadas conviven con criterios de «límites» que 

responden a las ontologías rituales de los pueblos mayas. 

Esto es importante para comprender la profunda interacción 

entre los grupos ch’ol y los q’eqchi’ en la vertiente hacia el 

58 Gallini, 

Una historia ambiental, 61.

59 Gallini, 

Una historia ambiental, 68-69.