La construcción de un amaq’ moderno: Los Copones, Ixcán, Quiché (1760-2015)
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y más allá de ellas. Estas formas culturales, ontológica y
cosmológicamente diferenciadas muchas veces aparecen
disfrazadas o mezcladas con otras de origen foráneo, lo que
provoca que se complique su identificación e interpretación.
Ante este panorama es más sencillo, casi inconsciente,
recurrir a la seguridad de las teorizaciones y las referencias
empíricas del saber occidental. Pero, como se vio en el caso
de las toponimias en Los Copones, muchas veces también
tiene que ver con el «grado de confianza» que la comunidad
(o los informantes) establecen con el investigador. Que
existan informantes claves, y que ellos sepan mucho sobre
su comunidad, no significa que van a compartir todo lo
que conocen o, más importante aún, que lo compartido
va a corresponder a la forma en que «comunitariamente
hablando» se entienden determinados conocimientos. Esto
es importante a tomar en cuenta no solo para el caso de Los
Copones, sino para prácticamente cualquier investigación
que involucre el relacionamiento con grupos humanos. Esto
no significa dejar de lado un análisis crítico de la información
que se recibe, pero ser críticos con las fuentes no significa
anularlas a priori solo porque no coinciden con las certezas
propias del investigador a cargo.
A pesar de que los q’eqchi’ de Los Copones no utilizan los
términos de chinamit o amaq’, en otras comunidades sí ha sido
posible documentar el uso de términos locales para referirse
a formas de organización comunitaria. Por ejemplo en San
Miguel Totonicapán aparecen los términos «parcialidad» o
«cantón» que refieren al chinamit,
125
mientras en Sololá aparece
el de chinimital.
126
En Momostenango también aparece el
uso del término alaxik para referir a las familias ampliadas
125 Ekern, Chuwi Meq’en Ja’.
126 Barrios, Tras las huellas; Smith, Runuk’ulen.