Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales
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mientras la segunda fue a partir de la década de 1890 y buscó
acaparar tierras en las márgenes del Estado nacional, es
decir en las regiones del norte de Quiché, Huehuetenango,
y territorios del altiplano para constituir las infames «fincas
de mozos».
96
En esta segunda ola de reclamos los cuadros de
milicianos ladinos (y algunos indígenas, como los k’iche’ de
Momostenango y su reclamo de tierras ixiles
97
) de pueblos
del altiplano maya obtuvieron tierras en regiones como la
Zona Reina de Uspantán (llamada así en honor al presidente
que les cedió terrenos allí, José María Reina Barrios, sobrino
de Justo Rufino Barrios).
Las titulaciones se dieron también más allá, en las tierras bajas
del Ixcán, sin importar si existían poblados o no, emulando
el estilo de las titulaciones en la región de la Verapaz, donde
las poblaciones q’eqchi’ pasaron, de un día para otro, a ser
de comunidades autónomas a comunidades de «mozos
colonos» dentro de una determinada finca. Incluso en la
Verapaz se ofrecían como parte de los beneficios adicionales
de una propiedad.
98
Para cuando Sapper publicó sus mapas,
muchas de las tierras en el margen izquierdo del Chixoy
estaban en proceso de reclamo por parte de milicianos y,
particularmente en el caso de Los Copones, por milicianos
ladinos de Chinique, un municipio nuevo en el centro de
Quiché (figura 17).
96 Las fincas de mozos eran propiedades de finqueros –o «habilitadores»
(los que conseguían «brazos» para las fincas mediante adelantos de
dinero o bienes)– en el altiplano, y que eran alquiladas a campesinos
de las comunidades cercanas a cambio de un número determinado
de días en las fincas de la bocacosta. Muchas de estas propiedades
eran fruto de procesos violentos de expropiación de las tierras
comunales indígenas.
97 Carmack,
Rebels of Highland Guatemala, 155.
98 González-Izás, Modernización capitalista, 402.