Estar aquí y estar allá

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en las relaciones sociales que construyen y en la decisión para la constitución de su propio poder. Es 

por ello que resulta importante la reflexión sobre su experiencia migratoria que se realiza como proceso 

individual, sobre todo al establecerse en el lugar de destino y en la deportación, pero que tiene referentes 

étnicos y comunitarios que surgen en sus comunidades de origen y sus comunidades en Estados Unidos. 

Esto hace que la población migrante, en su condición de deportada y retornada, pueda o no realizar 

procesos de subjetivación confrontando sus experiencias migratorias con sus identidades étnicas, sus 

contextos territoriales y el tipo de vínculos que establecen en su retorno.

Algunos sujetos, sobre todo mujeres y jóvenes, se vinculan a otras luchas reivindicativas en sus territorios, 

donde la problemática migratoria no es el principal motivo de su vinculación. Estos espacios están más 

motivados por su condición específica de mujeres y jóvenes pero sus luchas se entrelazan a las de otros 

movimientos sociales que reivindican su identidad étnica, territorial y que están contra la imposición de 

proyectos extractivos.

Más allá de las experiencias de los sujetos migrantes y el proceso de constitución, se encuentra el 

desafío de lograr un desarrollo local/territorial o alcanzar —como mencionan algunos movimientos 

sociales de esta región— lo que implica la resignificación del contenido del concepto del “buen vivir” 

que proviene de nuevas conceptualizaciones desde los pueblos del sur. La población migrante realiza 

enormes sacrificios para mejorar sus condiciones de vida. Hay quienes, sin ningún apoyo del Estado, 

lo logran con limitación al menos en la obtención de una mejor vivienda o en la mejora de la educación 

(como se evidencia en algunos municipios), pero la salud, la economía y el vivir bien en los territorios 

todavía están pendientes.

A futuro se propone seguir profundizando, con la propia población migrante, sobre los aprendizajes 

de su experiencia migratoria y el aporte que ahora esa experiencia hace a su vida individual, familiar y 

comunitaria. También sobre cómo ese retorno forzado y voluntario le permite confrontarse a nuevos 

retos para la transformación en sus espacios de vida. Y cómo se van realizando los cambios en las 

relaciones sociales que surgen por la migración y por ese retorno cada vez más forzado y con mayores 

dificultades para continuar los circuitos de ida y vuelta. Profundizar sobre su proceso de constitución 

desde las diversas identidades como hombres, mujeres y jóvenes, identidades glocales y sus proyectos 

colectivos como pueblos originarios y en defensa de sus territorios. 

En concreto, se propone seguir analizando cómo se está realizando hoy ese proceso de constitución entre 

identidad étnica, género-etaria, resistencia territorial y realidad trasnacional de la población migrante 

y qué es necesario transformar en sus contextos y realidades para hacer visible al sujeto y su aporte a 

este proceso. Es importante continuar indagando sobre qué cambios son relevantes en la estructura 

económica-social desde el espacio glocal y el lugar en lo nacional, para que la migración deje de ser 

forzada y se constituya en un derecho y en una posibilidad para el desarrollo de los pueblos. 

Finalmente resulta pertinente continuar la profundización acerca del porqué en el trayecto de estas 

experiencias, como lo aborda Raúl Zibechi, se realiza la reflexión-acción sobre la realidad histórica 

transfronteriza de los pueblos, la realidad actual de frontera y la hostilidad de los Estados-nación. 

Es importante también dar seguimiento a cómo se articulan las luchas de estas comunidades y las 

experiencias migratorias y qué alternativas se construyen para ese nuevo paradigma de buen vivir en lo 

local-territorial y trasnacional.