Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales

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Manuela Camus sostiene que el discurso de la “desintegración familiar” como efecto negativo de la 

migración internacional es algo que afecta (y responsabiliza) más a las mujeres. La “desintegración 

familiar” es un discurso que favorece al poder y al statu quo

 instituido al culpabilizar a los involucrados 

en el hecho migratorio, de los problemas y tensiones sociales, de la “pérdida” de valores y cultura, 

además tiene el poder de desactivar las acciones.

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Rocío Gil, autora citada por Camus, aclara que una familia desintegrada supone una ruptura estructural 

y separaciones definitivas, pero lo que se produce en las migraciones es más bien una fragmentación 

de la familia. «Existe una separación geográfica pero con dinámicas y sentimientos compartidos y se 

producen reajustes de las dinámicas internas: la dislocalidad de algunos de los miembros de la familia, 

resignifica y reacomoda los roles». El comportamiento de las relaciones patriarcales en las familias y 

comunidades subsiste aún con la ausencia de los hombres al frente de sus hogares. Algunos estudios han 

afirmado la condición de control social a las que quedan sujetas las mujeres y por ello se les ha llamado 

las viudas blancas. 

Camus escribe un capítulo completo sobre el tema y hace un análisis muy interesante sobre la vida de 

las mujeres y su sujeción histórica frente a los hombres en las relaciones de familia, cultura y dentro de 

la comunidad.

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Se refiere a las diversas dificultades que afrontan, pese a su mayor empoderamiento y 

autonomía en la experiencia migratoria o quedándose como mujeres al frente de su hogar, referidas a la 

situación de indefensión en la que quedan con respecto a la titularidad de la tierra y otros recursos, que 

siguen a nombre del esposo o conviviente. Así como a los mecanismos de control que se ejercen sobre 

ellas, pero a su vez, las transformaciones reproductivas, entre estas: casamientos tardíos, embarazos 

precoces, abortos, patrones de fecundidad femenina, rompimiento de los patrones de control sexual 

en cuanto a la monogamia y endogamia, además nuevos patrones de violencia. Blanca Jiménez explica: 

La violencia intrafamiliar no se puede negar, afecta a niños, hombres y mujeres… La situación 

es difícil para las familias divididas. Las remesas manejadas por parte de los suegros, no por 

parte de las mujeres. ¿Dónde se coloca a la mujer como responsable de los fondos? Existe un 

sobre control de la mujer que no ayuda al desarrollo, más si hay violencia. Hay el caso de una 

mujer a quien el suegro quiso violar. Escuchar a las mujeres como jóvenes. El caso de cómo 

los cuñados se aprovechan también. Las mujeres callan y luego son difamadas. El aporte al 

desarrollo tiene que venir por parte de hombres y mujeres (dualidad). Existen temas de mujeres 

y temas de identidad. Quitarse el traje y el idioma (hijos poco saben mam). La violencia traspasa 

fronteras al organizarse con otros Estados, en el caso de mi esposo que fue desaparecido en 

otros territorios. Hay que sacar los problemas, no guardarlos; hay que hablarlo, son casos que 

tenemos que hablar.

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En respuesta a ello, Santizo también se refiere a la problemática de los hombres migrantes que envían 

su dinero a la administración de sus esposas, quienes lo mal gastan o se van con otro hombre, dejando 

sin ahorro a los hombres que migraron. 

En todo caso, se discutió con las personas que participaron en los resultados de este estudio preliminar 

sobre las relaciones de poder hombres-mujeres en las migraciones. Es un tema que se debe hablar, 

100 Camus, 

La sorpresita, 273-274.

101 

Ibídem, 233-278.

102 Blanca Jiménez.