Estar aquí y estar allá
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Otro ejemplo claro de esta posibilidad de tejer los hilos de una experiencia migratoria positiva para
la organización social, es lo que se está desarrollando en San Mateo Ixtatán, donde existe vinculación
de actores entre el arraigo cultural y el poder comunitario y local, por medio del alcalde actual, quien
fue migrante, profesor de enseñanza media y propuesto a ese cargo por el Consejo de Ancianos del
municipio.
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Ahora está al frente de las luchas de los alcaldes de esta región norte contra las industrias
extractivas y con una práctica de consulta con sus comunidades en la toma de decisiones. Donato
Santizo no solo cuenta con un aprendizaje sobre su propia experiencia migratoria, sino además tiene una
visión sobre qué se puede hacer para ayudar a sus paisanos a encontrar alternativas:
Yo pienso en que la situación de que hemos viajado tan jóvenes por pensar en un desarrollo
para nuestra familia y de nuestro pueblo, la mayoría se fueron menores de edad, todo el mundo
ya no pensó en la educación, solo con sexto primaria y se iba, pero sin ninguna orientación en
economía. Yo me di cuenta que cuando uno llega es la parranda, los carros. Todos hacíamos la
casa, después de 2 ó 3 años. Ya con la deportación, yo siempre les he dicho, aunque te paguen
20 quetzales al día, ponete a trabajar, muchos de nosotros nos dimos calidad de vida allá y
ahora que regresamos ya no queremos trabajar en nada. Muchos se tiran en el vicio a tomar,
porque ya no tienen ninguna salida. He visto a algunos que empiezan a vender papa, mejor eso
a estar robando o tomando. Yo estuve allá por 8 años, yo estuve divirtiéndome con mis amigos,
pasaron 5 y no hice nada. Después gracias a Dios yo me acerqué a la Iglesia católica y regresé. Mi
plan era estar tres meses aquí y regresar después. Vi que se me acabó el dinero rápido, gracias a
Dios que por el inglés, un amigo me involucró al instituto y allí me metieron, por eso pienso que
la educación es lo máximo. Siempre me dijeron que estudiara y finalmente me entró en la cabeza
y terminé de estudiar. Esa vez trabajaba en 4 trabajos, tenía deuda por haber estudiado. Después
de 2 años, regresé a Estados Unidos, ya me fui con esa capacidad para hacer algo. Había facilidad
de aprender computación, idiomas. Tenía 2 trabajos, capacitación en computación, inglés. Yo
estuve en un lugar en Colorado que velaba por los inmigrantes en cuestiones como traducción.
Me metí en esa organización, estuve apoyando un poco con ellos. Allí están más abiertos, si uno
estaba en esa organización, lo que uno quería era aportar ideas para mejorar la economía. Nos
juntábamos con doctores, alcalde de esa organización. Totalmente una mentalidad ya madura.
Lo que no pude hacer en 8, 9 años, lo hice en año y medio. Volví a construir otra casa, comprar
terrenos y tuve dos trabajos aquí.
Andrés (otro migrante), cuando regresó, empezó a estudiar y se graduó, ahora trabaja en un
instituto. Por lo menos no es igual que allá, pero ya tiene una salida. Parece que hay aula virtual,
hemos hablado con los amigos. En Huehuetenango está eso, un aula virtual. Estudian acá, con
libros de aquí, para que estudien en Estados Unidos. Para mí la educación no hay otro mejor.
Tengo un primo que empezó a estudiar a los 35 años. Por lo regular los que han regresado y
tenido un poco de dinero, están estudiando en Huehuetenango y Xela. Empiezan a estudiar se
han graduado y son ejemplo. Si nos quedamos así, pensando en regresar, no hacemos nada. Qué
lástima, los casos de Gaspar y su esposa (padres que dejaron a su hijo en custodia de un Pastor
de la Iglesia Evangélica en Estados Unidos, al ser deportados), es muy triste. Estar separados
de su familia, por más pastor que tenga, no es lo mismo. De plano así es el destino de ellos. Si
hubiera una organización que esté en Estados Unidos que capacite a la gente que esté allá, cómo
administrar el dinero, generar algún negocio para la misma familia, sería muy bueno. Un primo
90 Esta experiencia de su candidatura y su planteamiento político, se recoge en Roldán, Voces indígenas, 1-143.