Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales

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estratificación económica y la desintegración familiar propicia la interacción comunitaria”. Continúa la 

autora: 

La etnicidad reactiva que se produce entre los migrantes, viene a redundar en esta necesidad de 

referentes identitarios del grupo étnico para hacer frente a la discriminación y el extrañamiento, 

lo que permite que se reinserten a la vida social de su país de origen. 

También se argumenta el retorno al rito y un reforzamiento espiritualista por lo que existe un crecimiento 

de las iglesias evangélicas y de los carismáticos en Estados Unidos.

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Con esta argumentación se está parcialmente de acuerdo. Efectivamente existe la necesidad de referentes 

identitarios en la experiencia de la exclusión y el extrañamiento, con respecto a la desintegración familiar 

se busca lazos con la Iglesia católica y otras expresiones espiritualistas. Pero no, en tanto una etnicidad 

que solo se construye en lo reactivo porque deja inmóvil la capacidad del sujeto, quien también imprime 

su propio pensamiento, práctica y sentido de pertenencia a los espacios donde se articula y su subjetividad 

se va configurando. Se incorpora aquí toda una ausencia de análisis a los significados, los simbolismos 

y los ritos en la construcción de una práctica que puede estar configurando nuevas subjetividades, 

nuevas comunidades y quizás reconstruyendo la solidaridad, aquella que destruye el sistema capitalista 

neoliberal y que se exacerba en la experiencia migratoria en el tránsito y la llegada a Estados Unidos 

(cuando no existen redes sociales de apoyo). 

Con base en lo anterior, se afirma que el espacio de la Iglesia católica y otros nuevos, como sería el 

mismo ejercicio de la espiritualidad maya, son una posibilidad de articulación y de reintegración a la vida 

social y comunitaria de la población migrante en los países de origen y de destino, en la perspectiva de 

un ser y estar en lo local y lo transnacional desde mayor organización y transformación social, aunque 

los proyectos colectivos son necesarios para trascender de la espiritualidad a la práctica social. También 

hay que valorar en la experiencia del tránsito, las iniciativas sobre búsqueda de migrantes no localizados 

por organismos de Derechos Humanos y las casas o albergues del migrante; así como el papel de “guía” 

que realizan los ancianos desde la cultura maya que —según testimonios recabados— abren el camino 

para migrar: el cuándo, con quién y por dónde.

Nosotros nos guiamos del cosmos conocimiento, algunas palabras que se están buscando para 

entender, algunas palabras no tienen significado en español. Hubo un abuelo que lo tuvo que 

dirigir (refiriéndose a su hermano) y le dijo cuándo viajar y cuándo no viajar. Dice que se tiene 

comunicación con los sancudos, con la naturaleza. Se vio, porque él fue el único que se salvó, 

porque a los demás los agarraron. Este es nuestro sistema. Pero cuando él viajó todo bien, 

pasó por el desierto y a los 14 días estaba en Estados Unidos. Pero los demás que estaban con 

él no pasaron, cuando caminaron en el desierto toda la piel de abajo se les hinchó, a algunos 

los picaron los sancudos, los picaron las serpientes. En el caso de él no le pasó nada. Nosotros 

tenemos nuestra forma de pensar, se les tuvo que pedir permiso a los abuelos principales.

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Seguramente este es un relato de muchos otros que están presentes en la experiencia migratoria desde 

los referentes de una cosmovisión indígena que trasciende el tiempo y el espacio, aquí se constituye en 

fuerza extraordinaria que acompaña el caminar de los migrantes en el difícil camino del tránsito hacia 

Estados Unidos.

88 Camus,

 La sorpresita, 179.

89 Esta experiencia de su candidatura y su planteamiento político, se recoge en Roldán, Voces indígenas, 1-143.