Estar aquí y estar allá
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El racismo parece ser esa frontera infranqueable que está presente en Guatemala, México y Estados
Unidos. La organización social permite solo resolver algunas problemáticas, como es el caso de la
cooperativa con el pago de la tierra y la propiedad colectiva, pero no es su mejor referente en tanto no
logran mantener un beneficio colectivo sino solo lo reciben quienes quedan al frente. La organización
de Mamá Maquín les permite crear ciertos lazos con otras mujeres con quienes han compartido la
formación política y, cuando logran algún financiamiento, la implementación de proyectos productivos.
5. Prácticas y primeros vínculos que establecen
La situación que enfrentan los migrantes en su retorno y deportación es un asunto que abordan
primordialmente en la esfera familiar. En algunos casos se dan muestras de solidaridad, especialmente
desde las iglesias. Problemáticas como la reintegración comunitaria, el empleo, la salud, la educación,
etcétera, son asuntos que deberían ser públicos pero se les delega a la familia.
Con fuerte presencia en Huehuetenango, la Iglesia católica representa el primer espacio “público-
comunitario” que ocupan los migrantes que retornan y también sus familiares. Según el párroco de
San Mateo Ixtatán, el 96% de los agentes de la pastoral ha migrado, el 40% de la población es católica,
otro 40% practica la espiritualidad maya y el 20% restante la religión evangélica. En opinión de una de
las personas entrevistadas, ocupar un cargo importante dentro de la iglesia es ya un logro alcanzado.
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La Iglesia católica es un espacio que permite la concientización de la problemática, aunque todavía
limitado a actos religiosos. También tiene vínculos en acciones de incidencia política a nivel nacional
a través de la Pastoral de Movilidad Humana. Las acciones en lo local terminan igual en el ámbito
religioso, el apoyo de los migrantes a la construcción de templos es una evidencia de las más fuertes
(Santa Eulalia y Soloma). A nivel departamental (Diócesis de Huehuetenango) se da el intercambio de
comunidades originarias de Guatemala y Estados Unidos.
En Santa Eulalia, por ejemplo, existieron varias iniciativas de organización y vinculación social sobre
la migración a partir de la Iglesia católica y la identidad del pueblo qˈanjobˈal. Una se realizó en 1992,
se trataba de un proyecto de hospital parroquial y un seguro médico campesino que contó con la ayuda
de organizaciones de migrantes, respondía «a la organización comunitaria por medio de la ayuda mutua
inspirada en valores culturales ancestrales (quelqˈalˈ)».
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Otra iniciativa vinculada a la Iglesia católica fue
la Pastoral Maya, que funciona principalmente en Los Ángeles, California, y cuenta con el apoyo de la
Conferencia Episcopal desde 1994. Manuela Camus señala otras iniciativas, como la de un embajador de
Estados Unidos y un ex directivo de Anacafé, quienes quisieron hacer productivas las remesas a través
de un programa de “Chapines sin Fronteras” en 1990. Ambas experiencias en Santa Eulalia fracasaron
por problemas internos y por reproducir relaciones de inequidad. En el segundo caso por las relaciones
desiguales entre indígenas y ladinos-mestizos y porque hay mayor dispersión de la población qˈanjobˈal
en Estados Unidos.
Una última experiencia que Camus traslada, en referencia a Popkin (1998 y 2003) se refiere al panmayismo
en Estados Unidos y que conceptualiza como la “etnicidad reactiva”, refiriéndose al hecho de los vínculos
de la Iglesia católica, los migrantes y el panmayismo. En esta tesis sustenta que “la exacerbación de la
86 Diego Antonio Bernabé, Tesorero del Consejo Comunitario de El Calvario, Iglesia católica, Santa Eulalia.
87 Camus,
La Sorpresita, 176-180.