Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales

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Los esposos de las mujeres más jóvenes acaban de iniciar el proceso migratorio de uno a dos años, 

tienen la expectativa de que con el dinero que les envían puedan sostenerse como familia mientras 

sus hijos estudian. Varias entrevistadas relatan que algunos de sus hijos se quedaron en México por la 

oportunidad que les dio el refugio.

Hay mujeres jóvenes que dan cuenta de la experiencia migratoria circular en Quintana Roo. Este ciclo 

migratorio se da de octubre a marzo, en época en que no estudian en Guatemala. Sus madres dicen 

que no quieren que sus hijas e hijos también las abandonen y desean, además, que estudien, por eso 

sigue siendo un motivo para que vayan y vuelvan. Relatan que su salario puede llegar hasta 13 mil pesos 

(875.87 dólares) en estos meses. Para lograr un ahorro significativo, depende de que no gasten mucho 

en las diversiones que encuentran en los centros turísticos.

Ellas son testigos de los flujos migratorios que vienen de otros municipios y que pasan por esta región, 

muchos provienen de San Pedro Soloma. Mencionan un caso de jóvenes de 16 y 17 años que fueron 

llevadas por una mujer que se identificó como turista para supuestamente darles trabajo en casa, pero 

hasta la fecha no tienen noticias de esas muchachas. Se corre el riesgo de que esta persona fuera una 

tratante, situación que no es conocida en esta lejana comunidad hoy expuesta a las conexiones de la trata 

de personas con fines de explotación sexual y laboral. 

A estas mujeres también les toca migrar a los municipios fronterizos en busca de servicios de salud, 

porque en el vecino país existe atención médica, mientras que en la comunidad solo hay una enfermera 

y a veces no está. En la actualidad con la pérdida del peso mexicano en su tipo de cambio, pueden 

comprar medicina a precios más baratos.

Una situación que les preocupa es la falta de trabajo, dicen que es un problema en todos lados, hasta en 

Estados Unidos; algunos de sus hijos no consiguen y empiezan a conocer casos de deportados.

En la comunidad hay una cooperativa que se creó para pagar la tierra cuando se retorna. Ahora cuenta 

con una pequeña lechería, un centro de hospedaje rural y un pequeño banco asociado con Banrural que da 

trabajo a unas 15 personas, aproximadamente, durante algunos días de la semana. Ellas manifiestan que no 

están muy informadas de la cooperativa, la mayoría no sabe leer ni escribir, lo único que saben es que si no 

existe, el gobierno les puede quitar la tierra. Al principio hicieron trabajo gratuito durante dos años, hacían 

tareas de 6 y 7 días. Ellas son ahora las que representan al esposo que está en Estados Unidos.

Otra situación que les afecta es el alcoholismo de los esposos, saben que algunos lo padecen en Estados 

Unidos y otros en la comunidad. Es una problemática social que ya se vivía antes y se sigue dando a 

pesar de que en estas localidades de retornados han implementado medidas para prohibir la venta y 

consumo de alcohol, pero aun así hay quienes se las ingenian para hacerlo. 

3. Confrontación de la identidad y procesos de subjetivación 

Sin duda alguna el auto-reconocimiento y la auto-reflexión sobre el ser, así como la identidad de los 

migrantes retornados y deportados, se está construyendo en la contradicción y la disyuntiva: si se es de 

aquí o de allá, si se quiere estar aquí o se quiere vivir allá, si se obliga/quiere estar aquí u obliga/quiere 

estar allá. Esto si el referente único de la identidad sigue siendo el territorio y la cultura en la cual nacen 

y creen ser parte; pero si se analiza dentro de los desafíos de este mundo global, transfronterizo (no