Estar aquí y estar allá
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estudio en Guatemala pero sin el dominio del idioma inglés, situación que los confronta al momento de
incursionar en nuevas labores. Los entrevistados, por ejemplo, mencionan su experiencia de trabajo en
empacadoras de carne, pollerías, restaurantes y algunos en la agricultura, sin dejar de mencionar lo que
implicó la barrera del idioma. Aquí de nuevo caben las reflexiones de Julio García Tiklas y ese proceso
de subjetivación que va realizando mientras relata lo vivido frente al choque cultural que experimenta,
con respecto a cómo se percibe él y los miembros de su grupo frente a la sociedad norteamericana y
cómo siente que los perciben. Sin duda, lo más difícil de romper, como también lo menciona Manuela
Camus,
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al igual que en Guatemala, es la estructura del racismo que se experimenta, la discriminación.
“No nos quieren ver en su tierra. Hay un abuso del derecho del humano”.
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Las personas entrevistadas viven otras experiencias durante el ir y volver. Unas cuantas logran ahorrar
dinero y la mayoría tiene un primer retorno, pero de igual manera un regreso a Estados Unidos, de una
a dos veces más, debido a la situación socio-económica que enfrenta con su llegada. Como ellas mismas
relatan, se acaba el dinero, el negocio no les funciona o no se adaptan más a la comunidad y deciden
regresar.
En el caso de los migrantes deportados es la misma experiencia de adaptación inicial en el país de
destino. Pero es evidente que la experiencia de readaptación a su comunidad de origen les resulta más
difícil de superar que a quienes han retornado voluntariamente. Los sentimientos son de desesperación
porque regresan sin nada a su favor y con deudas; además, se quedan con los deseos de volver. Algunos
entrevistados manifiestan que de no haber sido deportados habrían hecho su vida allá, situación que se
vuelve más dramática cuando experimentan (dos casos) el rompimiento familiar, ya que hijos, y en un
caso también la esposa, se quedaron en Estados Unidos.
No hay opción, uno tiene que aceptar, yo sé que nací aquí, pero conocí otro lugar y uno quisiera
vivir en ese país. Si uno pudiera elegir, elegiría allá. Ganas no faltan de regresar, el espíritu de
uno está allá, pero a veces pienso en no dañar a mi hijo (menor de edad, ya ciudadano de Estados
Unidos). Tengo la esperanza de que algún día, tenga que volver.
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Algunos entrevistados exponen la experiencia de haber pasado por las cárceles de Estados Unidos y
recibir la sentencia de un juez de pagar multas, aceptar la deportación voluntaria con la sanción de no
volver por períodos de 5 años a ese país o la orden de detención por contar con infracciones de tránsito
y/o accidentes. Este riesgo casi inminente de volver a ser detenidos es precisamente lo que hoy los
mantiene con temor e incertidumbre frente al deseo de volver. «[…] Si nos agarraran podríamos pasar
en la cárcel hasta 5 años y nos darían sanciones de hasta 10 años».
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La problemática socio-económica es una constante que envuelve a los migrantes deportados y retornados,
que se agudiza por la condición de pobreza y la falta de oportunidades en sus comunidades de origen que
no ha cambiado mucho desde que se fueron. Y la comparación que hacen, en cuanto al salario y las fuentes
de empleo en el país del norte, es algo que les sigue llamando al deseo de volver a migrar. En el peor de los
casos, la no realización de ese deseo se convierte en frustración y los paraliza en la búsqueda de alternativas
en su comunidad. Algunos se conformar con volver a experimentar la condición de pobreza, como se
74 Camus,
La Sorpresita, 1-356.
75 Entrevista colectiva con deportados en San Miguel Acatan, noviembre 2013.
76 Gaspar Gómez, 35 años, migrante de 1998 al 2010, San Mateo Ixtatán, noviembre 2013.
77 Entrevista colectiva con deportados en San Mateo Ixtatán, noviembre 2013.