Estar aquí y estar allá

23

III. SUJETOS/ACTORES MIGRANTES Y SUS FAMILIARES, SUS 

PRÁCTICAS Y DISCURSOS

“…Sus vuelos, ¿representan una mala o una buena noticia? ¿Son aves agoreras que apuntan 

el otoño y el invierno de una sociedad podrida o son aves que indican la aurora de una nueva 

primavera? Quizás más bien las dos cosas a la vez. De hecho una sociedad que niega el suelo 

patrio a millones y millones de personas —refugiados, prófugos, inmigrantes, desplazados— 

tiene algo de podrido…”

71

Desde esta conceptualización, todavía de forma exploratoria, este estudio identifica mediante entrevistas 

individuales y colectivas la experiencia-práctica de personas migrantes y sus familias, así como su 

discurso, imaginarios, vínculos y lo que les mueve. De ahí la importancia de profundizar sobre la 

construcción de su subjetividad, asumiendo el concepto que aporta Zemelman, mencionado en el 

capítulo anterior. Esta dinámica se produce y a la vez es producida por el tiempo y el espacio, se hace 

y deshace, es transitoria y puede permanecer en el tiempo así como ser trascendida, como lo plantea el 

pensamiento chuj aquí confrontado.

1. Experiencia migratoria y formación de la subjetividad

Con esta argumentación, lo primero a señalar son algunas de las experiencias que están marcando esta 

subjetividad. Tal como lo afirma Ricardo Falla, existe una diferenciación evidente entre los migrantes 

retornados y los migrantes deportados.

72

 Los primeros regresan a su comunidad de origen de forma 

voluntaria, muchas veces atraídos —como ya se mencionó— por el arraigo familiar. Aunque afrontan 

problemas de adaptación, y por eso muchos realizan más de un viaje a Estados Unidos, retornan 

definitivamente si logran edificar su casa, invertir en compra de terrenos o en algún negocio. Mientras 

que los migrantes deportados —como también se explicó— enfrentan problemas psicosociales por el 

fracaso. La mayoría de ellos regresa con deudas, se refugia en el alcoholismo o se queda atrapado en la 

disyuntiva de regresar o no a Estados Unidos.

La experiencia migratoria a Estados Unidos se ha desarrollado en diversos ciclos: El primero se da 

posterior al conflicto armado interno entre 1985 y 1988, el segundo entre 1990 y 1997 y el último de 

1998 a la fecha. A decir de los entrevistados, las mayores deportaciones se dieron a partir del 2000, 

lo que coincide con el endurecimiento de las medidas migratorias de Estados Unidos y los hechos 

ocurridos el 11 de septiembre de 2001, y consecuentemente con un mayor control migratorio en México 

así como con la crisis económica estadounidense que hizo disminuir la demanda de fuerza de trabajo, 

abriendo y cerrando su compuerta a trabajadores indocumentados, según las necesidades del capital.

Estos diferentes ciclos migratorios impactan en el proceso de maduración de la experiencia. La mayoría 

habla de un primer “fracaso”, ya que muchas veces no tienen un plan establecido de lo que harán en 

Estados Unidos. Es lógico suponer que la incertidumbre frente a lo desconocido marca muchas de 

71 Gonçalves, 

Las migraciones y la crisis, 6-9.

72 Falla, 

El sueño, 1-148.