Estar aquí y estar allá
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muerte ya que no tienen dinero para comer. Cabe destacar que las familias más pobres no necesariamente
son las que migran, debido a su incapacidad para absorber los gastos que implica, pero cuando lo
intentan los recursos casi siempre provienen de préstamos o venta de propiedades.
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Las remesas se
orientan fundamentalmente para el consumo: 64% gastos familiares, vivienda 20% (en las economías
rurales la función de las viviendas tiene diversos usos: uno como activo para producción agrícola y
comercial), 11% gastos en educación y un 5% se distribuye en salud, vehículos, agricultura y actividades
empresariales.
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Las personas migrantes tienen una expectativa de migrar durante 3 años para ahorrar un capital y
volver, aunque la estadía a veces se prolonga entre 5 y 7 años porque enfrentan una realidad que les
es ajena, la que muchas veces viven en soledad y afecta su estado emocional. A raíz de ello, algunos
caen en el alcoholismo y tienen accidentes que les impiden ahorrar. También influye la falta de empleo
derivado de la crisis económica que se vive en Estados Unidos, producto de la recesión de 2008 y 2009,
que significó una pérdida de empleo del 10%. La experiencia de migrar no es algo que se experimenta
una sola vez, regresan por segunda y hasta por tercera vez. Según las personas entrevistadas, regresan
nuevamente a Estados Unidos porque no se adaptan de nuevo a su comunidad ni logran mejorar su
condición socioeconómica, ya sea porque fracasa un negocio o vuelven a endeudarse.
El arraigo familiar o el éxito que logran en algún negocio o por el desarrollo de un oficio influyen de
manera relevante para que la población migrante se quede definitivamente en Huehuetenango; esto lo
ejemplifican dos casos de esta investigación,
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un taller de estructuras metálicas y una fábrica y venta
de zapatos. El alcalde de San Mateo Ixtatán, quien fue propuesto por el Consejo de Ancianos como
candidato a ese cargo de elección, decidió no regresar.
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Él relata que su primera estadía en Estados
Unidos fue de adaptación social, lo que provocó que perdiera los primeros años con sus amigos. Tras
sacar aprendizajes de esta etapa, en la segunda estadía aprovechó al máximo su tiempo para ahorrar
y a su regreso invirtió en su educación antes de ser propuesto como alcalde. “Al colocar a un joven,
profesional y migrante, el sueño de los ancianos era colocarlo como gestor”.
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La dinámica de ir y volver, así como el retorno definitivo, plantean varias interrogantes: ¿Qué dinámicas
socio-económicas son necesarias para que el migrante deportado o retornado se integre nuevamente
a su comunidad y territorio? ¿Qué condiciones, más allá de las posibilidades familiares, se requieren
establecer en los municipios para que su esfuerzo individual tenga frutos para mejorar su condición?
Esto, tomando en cuenta que existe un contexto de mayor militarización de las fronteras y extrema
“securitización”, al punto de advertir con penalizar a las personas deportadas, cuanto intenten volver a
Estados Unidos.
Interesa responder ¿qué procesos sociales hay que comprender sobre las limitaciones de esa reinserción
y qué fisuras pueden abrir alternativas no imaginadas? Por ende, dentro de un marco de entendimiento
de la complejidad de ayer, hoy y mañana, es imprescindible definir cómo es la realidad/imaginario de
32 Infom y UE,
Anexo VIII, 11.
33 Infom y UE,
Anexo VIII, 14.
34 Bernabé Mat y Ana Pascual, presidenta de Akadim.
35 Donato Santizo, perito en administración de empresas, fue migrante en 1995 y 2004.
36 Bernabé Mat.