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PREFACIO
El Instituto de Política Migratoria (MPI - Migration Policy Institute) estimó que en 2015 había
aproximadamente un millón de guatemaltecos en Estados Unidos, 50 mil en México y otros 10 mil
en Europa. Alrededor de 50 mil ciudadanos guatemaltecos estaban entre las casi 300 mil personas que
fueron deportadas de Estados Unidos en el año fiscal 2015, y entre ellas se encuentran muchas que
permanecen en el anonimato ya que fueron deportadas en la frontera de Guatemala y México. A pesar
de estas cifras tan elevadas de deportaciones, un gran número está viviendo en Estados Unidos sin
la documentación apropiada, tiene hijas e hijos con ciudadanía estadounidense, muchos de los cuales
se han convertido en deportadas y deportados de facto. Así es como existe un número creciente de
individuos y familias, incluyendo niños y adolescentes, que eligen o se encuentran obligados a vivir más
allá de un único Estado-nación.
Muchas de las investigaciones recientes en las Ciencias Sociales sobre migración se han enfocado
principalmente en los diversos efectos negativos de los “factores que empujan la salida” de los migrantes
(entre ellos, la violencia estructural incluyendo las masacres y el conflicto armado, la pobreza extrema
tanto pasada como presente) y las dificultades y privaciones que ellos viven en la travesía hacia el norte,
que se deben en parte a la gran militarización de la frontera sur de los Estados Unidos con México.
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Ninguno de estos retos y dificultades ha logrado disuadir a hombres, a un creciente número de mujeres
con niños pequeños ni a niños no acompañados, quienes arriesgan sus vidas en la búsqueda de un mejor
porvenir para ellos, sus padres o hijos a quienes “dejan atrás”. Las condiciones económicas del siglo
XXI, el neoliberalismo, el tráfico de drogas y de humanos, el feminicidio, los conflictos violentos de
pandillas y la impunidad son algunos de los factores estructurales y sistemáticos que “empujan la salida”
de muchos jóvenes que caracterizan su partida hacia el norte como un “rito de pasaje”.
A pesar de las crecientes contribuciones de estos estudios, existe un número relativamente pequeño
de trabajos académicos que sitúan la migración dentro de las complejidades sociales y políticas de las
comunidades de origen o en las continuas luchas en las que estas comunidades están involucradas.
Aunque hay historias migratorias,
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pocas se han enfocado en el protagonismo y la diversidad de quienes
arriesgan todo en la búsqueda de una mejor vida, quienes “regresan a casa” y “se vuelven a ir” y quienes
nunca se fueron, es decir, en las diversas realidades que confrontan y aceptan las y los guatemaltecos
del siglo XXI.
El presente estudio de Úrsula Roldán Andrade,
Estar aquí y estar allá: Población retornada, deportada, familiares
de migrantes y otros actores en el norte de Huehuetenango, ofrece una respuesta a este vacío. Acudiendo a métodos
antropológicos clásicos, su investigación en el norte de Huehuetenango ofrece un nuevo y un complejo
método para entender las luchas locales por el control de territorios, la migración, la deportación y el
regreso, desde el punto de vista de los sujetos heterogéneos captando y resistiendo estas presiones.
Por
medio de la triangulación de la información recolectada a través de trabajo de campo entre 2013 y 2014,
documenta las complejas y dinámicas formas en las que un pequeño grupo de guatemaltecos está —
creativamente— posicionándose y reposicionándose a través de estos procesos, altamente restringidos
pero dinámicos.
2 Dennis Stinchcomb y Eric Hershberg,
Unaccompanied Migrant Children from Central America: Context, Causes, and Responses (Washington,
D. C.: Center for Latin American & Latino Studies, 2014), http://ssrn.com/abstract=2524001 o http://dx.doi.org/10.2139/
ssrn.2524001
3 Ver, por ejemplo: Ricardo Falla,
Migración transnacional retornada: Juventud indígena de Zacualpa, Guatemala (Guatemala: Avancso/Editorial
Universitaria, USAC, 2014), 1-346.