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«Otra vez a lo mismo»: Migración de retorno y procesos de reintegración en el altiplano occidental de Guatemala
de personas migrantes aprovechan a construir a partir del envío de remesas. La vivienda
se ha convertido en las comunidades de origen en un símbolo de prestigio y estatus, en
un elemento de diferenciación social; pero también es un bien que evidencia el trabajo
duro que tuvieron que enfrentar las personas durante su estadía migratoria. Como señaló
Luis Pedro Taracena (2010): «La casa de remesas, para quienes logran construirla o para
quienes se quedan en el camino, es un asunto de dignidad» (p. 22).
Entre el sueño y la realidad. Las personas retornadas también son críticas de su
experiencia migratoria y reconocen aquellos elementos que permiten romper con la
visión idealista que se tiene del «sueño americano». Las personas que han retornado
expresan que para poder ahorrar un poco de dinero y enviar remesas es necesario tener
varios trabajos, extender la jornada laboral y realizar trabajos pesados. Además, deben
enfrentar la falta de libertad debido a su condición irregular, viven en una especie de
«clandestinidad» y con el constante temor a ser deportados en cualquier momento,
lo que los coloca en una situación de alta vulnerabilidad; lo que De Genova llamaría
«deportabilidad». Como refierió Efraín, retornado originario de Quiché: «Allí sí como
que se siente uno así incómodo porque realmente no hay libertad, uno no puede salir
(…) Prefiero estar en mi país, no como nada, pero tranquilo, nadie me hace esclavo», o
como mencionó Manuel: «Si sales de tu apartamento no sabes si regresas».
Por otro lado, las personas retornadas que enfrentaron la deportación también expresan
que el proceso de detención y deportación es una especie de pesadilla en la cual se
experimentan maltratos y privaciones, además son tratados como criminales, aunque
no hayan cometido faltas graves. La mayoría de las personas retornadas logra hacer un
balance entre los elementos positivos y negativos de la experiencia migratoria.
El último retorno. Una de las principales características en las personas migrantes del
altiplano occidental guatemalteco es la idea de retornar a la comunidad de origen. En
algunos casos la muerte se anticipa al retorno, ya sea porque la persona falleció mientras
aún residía en los EE. UU. o bien porque la persona falleció durante la ruta migratoria.
En cualquiera de los casos, al enterarse del fallecimiento la familia opta por iniciar el
proceso de repatriación del cuerpo de la persona migrante con la finalidad de que la
persona descanse en paz en su tierra natal. El proceso no es fácil y el costo es elevado
(entre 3000 y 5000 dólares). Muchas de las organizaciones de migrantes en los EE. UU.
han surgido precisamente al observar la necesidad de apoyar a los connacionales en el
proceso de repatriación, también algunos bancos en Guatemala ofrecen seguros que