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«Otra vez a lo mismo»: Migración de retorno y procesos de reintegración en el altiplano occidental de Guatemala
En el 2003 Luis decidió migrar a los Estados Unidos, la razón que lo motivó a migrar
fue «querer hacer algo, porque aquí es difícil. Los sueños de uno, lograr algo». Para
poder irse se endeudó y contrató un coyote que le cobró 30 000 quetzales. Sobre el viaje
recuerda: «Siempre está algo complicado, más que todo allí escondidos todo México, en
el transcurso de la ida ratos en carro, ratos en taxi, ratos en bus, pero escondidos. Siete
días tardamos, fue rápido».
Luis llegó al estado de California en donde tenía familiares que lo recibieron, ellos
le apoyaron para buscar trabajo. Rápidamente consiguió trabajo en construcción,
jardinería y limpieza. Mientras estuvo allá su sueldo era más o menos 6.50 dólares la
hora. Según le han dicho sus hermanos que continúan en los EE. UU. ahora está a 13 o
14 dólares la hora. Durante cuatro años vivió en el país del norte, logró pagar la deuda
y enviar constantemente una remesa a su esposa. Al preguntarle sobre las razones de
su retorno expresa:
Por mi familia. Porque antes de irme ya estaba casado. Y para viajar uno tiene que platicar con la
pareja: «vamos a hacer esto y en cuanto tiempo se logra hacer». La casita, un pedazo de terreno,
construir y un carrito; ese era el sueño y se logró eso y me vine. En tres o cuatro años lo logré.
Luis plantea que antes de irse ya había planificado en familia cuál era la meta que tenía
que lograr durante su estadía en los EE. UU., por lo que él retornaría al cumplir dicha
meta. Además, había dejado un hijo en Guatemala. Sobre la reacción de su familia al
recibirlo en 2007 expresa: «Ellos felices de recibirlo a uno y a seguir adelante, por lo
menos ya se logró el propósito. Y ahorita trabajando ya solo para cubrir los gastos,
estudio de mi hijo, los gastos de la casa». Luis expresa que no es fácil vivir en Estados
Unidos, sin embargo, si la persona se queda más tiempo va adaptándose: «Ya estando allá
como que la mente cambia».
Estando allá extraña uno el lugar de uno. La familia, la comida, todo. No tanto, si me hubiera
quedado más tiempo, sí se adapta uno. Pero prácticamente perdería uno la familia acá. Ya a través
del tiempo, se pierde el cariño de los hijos, entonces ya al quedarse más tiempo, unos 10, 15 o 20
años se adapta uno al tipo de vida de allá.
Al retornar a Guatemala fue bien recibido por su esposa y su hijo. Actualmente su hijo
tiene 10 años y tiene una niña pequeña de 3 años. Al consultarle si estaría dispuesto a
migrar nuevamente, Luis señala: