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«Otra vez a lo mismo»: Migración de retorno y procesos de reintegración en el altiplano occidental de Guatemala
Y ya del aeropuerto nos trajeron en avión para acá, para Guatemala. Nos mantuvieron allí
todavía, en el avión como una hora. Luego nos bajaron y nos pasaron a un lugar donde teníamos
que decir documentos para identificar que éramos guatemaltecos y luego estando allí ya cada
uno agarró para donde uno es. No nos dieron bus. Solo nos dijeron «aquí ya se pueden ir»,
uno ya mira como regresar. Me vine pidiendo favor, como no traía nada ya.
José calcula que tardó más o menos un mes en atravesar el territorio mexicano. Durante
ese tiempo llamó constantemente a sus familiares en Guatemala, sin embargo, cuando
estuvo detenido por quince días en Texas no logró comunicarse con su familia. Su familia
en Cantel estaba preocupada y pensaba que estaba desaparecido:
Ellos me andaban buscando porque no sabían nada de que yo andaba allá, la última vez llamé en
medio de México, ya de allí no supieron nada. Ellos pensaron que estaba desaparecido. Ya ni el
coyote sabía dónde andaba yo, me había separado por completo.
Al llegar a la Fuerza Aérea le ofrecieron una llamada telefónica de diez minutos, intentó
llamar a un conocido en la Ciudad de Guatemala, sin embargo no le respondió, y ya
no le dieron otra llamada. José se queja que no recibió transporte para regresar a su
comunidad: «No hubo nada, ni siquiera para el pasaje nos dieron. Ningún apoyo ni nada.
De allá es caro el pasaje de allá para acá», así que tuvo que buscar la forma de regresar
a Quetzaltenango pidiendo favor a lo largo del camino. Su familia no lo esperaba, no
sabían que él regresaría, sin embargo, lo acogieron alegremente porque pensaban que
estaba desaparecido o que algo le había ocurrido en el trayecto.
A dos años de la travesía, José continúa pagando la deuda que tiene en la cooperativa.
Afortunadamente, a pesar de no contar con estudios, ya que solo cursó hasta sexto grado
de primaria, logró conseguir empleo y se dedica a cargar materiales de construcción en
una empresa en Quetzaltenango: «Me esperé un tiempo todavía, no conseguía trabajo,
hasta que aquí entré a trabajar, gracias a Dios faltaba uno y cabal me mandaron a llamar».
José no piensa viajar de nuevo a los EE. UU.: «Ya no, no está tan seguro, no se sabe lo
que pasa uno». Sus familiares también se lo dicen: «Mejor ya no te vas, trata de luchar
acá. Pero ahora está complicado, a veces ya no alcanza». Su prioridad en este momento
es terminar de pagar la deuda y continuar trabajando para salir adelante. José termina
su historia diciendo que no es el único, que en su municipio hay varios jóvenes que han
intentado llegar a los EE. UU. y han regresado como él: deportados.