94

Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales (IDGT)

nuevamente de forma irregular: «Me faltaba cumplir los diez años para que tenga derecho 
a entrar a Estados Unidos otra vez, pero yo fui antes, me faltaban tres años todavía». 
Esta vez pidió apoyo a un cuñado que se encontraba en los EE. UU. para que le prestara 
dinero y poder pagar los 46 000 quetzales que le pidió el coyote para llevarlo a él y a su 
hija de 15 años.

Llevé a mi hija y llegar a Estados Unidos no es fácil, es mentira lo que dicen aquí. Yo pagué 
el coyote aquí, me cobraron Q46 000 entre los dos con mi hija. Entonces nos fuimos, México 
siempre se va uno y pasa porque saber qué contactos tienen en México. Llegando a la frontera, 
ellos nada más te pasan el río Bravo, depende qué frontera te meten y nosotros nada más pasamos 
el río Bravo, ya la línea de Estados Unidos, nosotros fuimos a buscar migración, no es migración 
que nos busca a nosotros. Y nosotros entramos en navidad de 2014, mera navidad pasamos 
nosotros con la migración.

Para este entonces en Zacualpa se había difundido la idea de que si se viajaba con niños 
o niñas era más fácil lograr entrar a territorio estadounidense: «Están yendo la gente, así 
mojado y con niños. Del 2014 muchos salieron aquí de mi comunidad conmigo, ahorita 
están saliendo más de Joyabaj y de Cunén». Efraín recuerda que al llegar fue separado de 
su hija, sin embargo, días después volvieron a estar juntos y se trasladaron al estado de 
Atlanta, en donde tenían familiares. A él le colocaron el brazalete electrónico:

Cuando me pusieron ese brazalete, lo tenés que cargar cada 8 horas. Me pusieron un brazalete, 
los brazaletes antiguos, lo tenés que conectar a la luz allí, tenés que esperar hasta que cargue 40 
minutos o media hora. Tenés puesto el brazalete allí, cuando ya se carga entonces pita el brazalete, 
la batería está cargada. Entonces lo sacas y cada 8 horas otra vez. Allí fue cuando yo sentí así 
presionado porque si uno no lo carga te llaman «¿Dónde estás?, ¿Qué estás haciendo?». Allí sí 
como que se siente uno así incómodo porque realmente no hay libertad, uno no puede salir.

Durante su estancia en los EE. UU. pudo pagar la deuda y consiguió trabajo en el sector 
de la construcción durante la semana y los fines de semana en jardinería. Efraín reconoce 
también que hay diferencias en el trato que reciben los migrantes dentro de los distintos 
estados de los EE. UU.:

En Atlanta hay trabajo y pagan más o menos la hora, pero allí quieren buenos papeles, allí no 
puede trabajar uno con su verdadero nombre, la gente busca cómo trabajar allí. Por eso mucha 
gente está allí. El estado de Georgia está muy duro, ya no le dan licencia a la gente que tienen