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Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales (IDGT)

Los jóvenes retornados entrevistados en el altiplano occidental reconocen que trabajar 
en el call center proporciona un alivio temporal cuando acaban de llegar porque hay pocos 
requisitos para ingresar. No obstante, la mayoría de ellos reconocen que no es un trabajo 
en el cual desean permanecer por siempre, ya que buscan alcanzar otros sueños. Gabriel 
es enfático en decir: «Allí no hay superación porque no aprende uno más».

El estudio realizado por Jill Anderson (2014) con dreamers mexicanos revela que los 
call centers son un espacio que permite a los dreamers compartir con otros jóvenes que 
han vivido la misma experiencia y con quienes comparten referentes culturales. Hilary 
Goodfriend (2016) realizó un estudio con trabajadores de call centers en El Salvador que 
habían sido deportados de los EE. UU., entre sus principales hallazgos están: 1) los call 
center
 representan una especie de «portal» que permite a la persona deportada mantener 
el contacto con la realidad estadounidense a través del uso del idioma inglés, el calendario 
guiado por las celebraciones estadounidenses y el mantenimiento de las expresiones 
culturales estadounidenses, las prácticas culturales y sociales cotidianas les sirven para 
conservar y reproducir la identificación con los Estados Unidos; y 2) los call centers son 
espacios donde las personas pueden revertir el estigma de la deportación y recuperar 
el estatus perdido, sin embargo, el trabajo en el call center contribuye a reforzar la lógica 
neoliberal individualizadora, las personas están orientadas a pensar en su rendición 
individual incentivados por bonos y premios; por tanto, la potencia reivindicativa de las 
personas deportadas como colectivo se debilita.

Por otro lado, un estudio elaborado en 2011 por Luis Pedro Jacobo Meoño ya evidenciaba 
el conflicto existente en los call center guatemaltecos y los dos sectores sociales que 
integran el mercado laboral, por un lado, las personas deportadas que aprendieron 
inglés en los EE. UU. y por el otro, los jóvenes de clase media que aprendieron inglés 
en Guatemala y han sido educados en gran medida dentro de la cultura de consumo 
estadounidense. En este estudio se muestran los call centers como espacios en los cuales 
se experimenta la diferenciación social, el racismo y la discriminación. Por su parte, 
Kevin O´Neill (2015) ha señalado que el interés de los call center por los deportados 
no es caritativo sino oportunista, ya que desde estos espacios se provee a la industria 
precios competitivos, una zona horario conveniente, un acento neutro y un grado de 
afinidad cultural con los consumidores norteamericanos. También O´Neill plantea que 
los call center constituyen un espacio ideal para el control de las personas que han sido 
deportadas al proporcionar disciplina y la vivencia de ciertos valores como: puntualidad, 
humildad, empatía, liderazgo y el deseo de superación personal.