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Los caminos de la creación artística, procesos de vida

Patricia Orantes sostiene que la palabra es lo más difícil de trabajar, que el teatro 
contemporáneo surge para superar las cosas de la «vieja escuela», como las formas 
sobreimpostadas para la emisión de la voz. Se trata de algo más orgánico y por esa 
razón, incluso existe un cuestionamiento de si se puede hacer o no un verdadero teatro 
contemporáneo en lugares grandes, porque esto requiere impostar más la voz. 

Trabajan con tres elementos importantes: el conflicto (tanto de la obra en general, 
como de la escena, del personaje y del actor), el manejo del tiempo y el espacio, tanto el 
imaginario en el que se ubica la escena, como el real: el escenario. 

Para la dramaturgia, uno de los recursos usados por el colectivo fue la creación de monólogos. 
Esto fue una primera base para algunos parlamentos, los cuales se afinaron para luego 
incorporarse al texto final. Todo el trabajo se realizó bajo la postura política de que el teatro 
pueda contribuir al fortalecimiento de la memoria histórica y a contar otras historias que no 
están presentes en los discursos hegemónicos. Asimismo, en la forma en que esta disciplina 
artística, a partir de diferentes lenguajes, incluidas las expresiones de la corporeidad, construye 
múltiples memorias que también cuestionan los discursos hegemónicos. 

De forma constante, siempre se remitieron a los objetivos de los personajes, de la 
escena y de los actores. La directora explicó que hay un gran objetivo de la obra, que 
es consensuado. Sin embargo, cada personaje tiene uno específico y también hay metas 
específicas en el actor o actriz. Cuestionó siempre a cada miembro del grupo sobre qué 
es lo que deseaban decir, a quién y para qué. El gran objetivo de la obra es evidenciar 
la lucha de los personajes a nivel interno, y también frente al contexto social que se 
presenta, no solo las carencias y necesidades. Por tanto, algo muy importante es sacar de 
la interpretación toda referencia a la victimización. 

Al haber trabajado la dramaturgia de forma colectiva, los personajes creados tienen 
estrecha relación con la vida de las y los actores; combinan aspectos reales y de ficción. 
Por ejemplo, el personaje del «Nenecón», de la obra 

Hambre y Tierra, fue inspirado en 

un muchacho que vivía en la misma colonia que el actor Esvin López. Era un chico 
con discapacidad, que sacaba basura de las casas. Esvin, en su infancia, le regaló una 
colección de carritos; pero la mamá del muchacho rechazó el obsequio y los quemó, 
porque según decía, «su hijo tenía que trabajar, no estar jugando». Esto fue algo que dejó 
una profunda huella en la vida del actor y de allí que un carrito rojo se convirtiera en un 
símbolo muy importante dentro de la obra.