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Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales (IDGT)
sobre el rumbo de la obra y muchas veces también de marcar pautas de relación entre las
y los miembros del grupo, y del mismo con la dirección.
El colectivo de teatro coincidió con el grupo de danza en que el cansancio es un aspecto que
genera mayor propensión al conflicto, porque los procesos de montaje y de ensayos son muy
intensos, tanto a nivel físico como emocional y psicológico. Mariam Arenas expresa: «Imagínate
un año entero hablando de lo mismo y con un tema tan terrible (la pobreza y la situación
del relleno sanitario), los personajes, los desaparecidos, los XX y la visita al cementerio, ¡el
basurero! Era todo eso, pero ya terminamos. A veces nos sentimos muy vulnerables».
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Las y los miembros del grupo de teatro sostienen que el punto más importante es no
tomar las cosas como algo personal, poder dialogar y al día siguiente seguir adelante.
Reconocieron que había cierta sensación de fragilidad mientras la obra se estaba
formando. Estuvieron de acuerdo en que el tener un objetivo común es una fuerte
motivación para trabajar por superar los conflictos.
El grupo de artistas participantes en el taller de artes visuales presenta otra arista del
conflicto y es enfrentarse a la crítica. Para un artista, sobre todo cuando se encuentra
en la etapa de creación, es un desafío por una parte recibir la crítica, pero también
discriminar qué de ella tomar en cuenta y qué no, para que no sea un bloqueo que les
impida seguir adelante. Hubo una discusión sobre este tema luego de que curadores
hicieran sus comentarios sobre los procesos creativos en marcha.
Al respecto, Sandra Monterroso, facilitadora del taller y artista visual, expresó que tener
experiencias de crítica ayuda a madurar y hacerse más fuerte. Recordó cómo una vez
en Brasil, una curadora destrozó con su apreciación la obra presentada en una Bienal
Centroamericana. La crítica fue totalmente destructiva y afectó fuertemente a la artista;
sin embargo, sacó de lo vivido fortaleza y criterio para poder discriminar lo que es
valioso y aquello que no aporta nada a su crecimiento como artista.
Monterroso también enfatiza en la necesidad de tener en mente que al presentar una
obra, la misma se expone y sale a luz pública. De cierta manera la obra ya no es de quien
la creó, sino del público. Según sus palabras «ya no son de uno, se entregan al universo, a
la sociedad y a la cultura. Entonces es necesario trabajar en el desapego. Ninguna crítica
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Ibid.