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Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales (IDGT)
secreta, reúne, con la energía de la desesperación, todo lo que puede seguir dando un
poco de felicidad y de sentido a la vida (…) El oxímoron se vuelve característico de una
personalidad herida pero resistente, sufriente pero feliz de esperar a pesar de todo».
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Las fuerzas opuestas son necesarias para mantener el equilibrio. Los sentimientos
dicotómicos son inevitables, puesto que las heridas vienen de la historia y sus secuelas
quedan impregnadas en el cuerpo y la memoria.
«El oxímoron es la expresión de cómo un sufrimiento se transforma en obra de arte.
(…) Una desgracia nunca es maravillosa. Es un fango helado, un barro negro, una escara
dolorosa que nos obliga a escoger: someterse o sobreponerse. La resiliencia define el
resorte de los que, habiendo recibido un golpe, han podido sobrepasarlo. El oxímoron
describe el mundo íntimo de esos vencedores heridos».
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La víctima resiliente pasa por un proceso de cuestionarse la razón de su sufrimiento y
luego intelectualizar cómo hacer para salir adelante y ser feliz a pesar de todo. Eso lo
lleva a soñar y a crear en su mente otros mundos posibles.
Para los procesos resilientes es vital la construcción de una identidad narrativa, el relato
que internamente la persona hace de los hechos y luego, cómo este relato se expresa en
su contexto social.
Esta contradicción entre luces y sombras, esperanza y dolor, las continuas crisis, son en
gran medida el magma desde el cual surge la creación artística y el proceso creativo, un
puente entre las dicotomías, una forma de sanación.
1.4.4 El afecto como pilar de vida
Ante el abandono, es vital encontrar un sustituto afectivo para que exista un proceso de
resiliencia. Quienes más dificultades tienen de recuperarse de un trauma no son quienes
han sufrido las agresiones más serias, sino aquellos que no han encontrado este soporte
en su entorno. Dentro de los colectivos artísticos llega a formarse un grado profundo
de vinculación, un sentimiento de pertenencia a una familia que puede jugar el rol de
contención necesario para convertirse en un sustituto afectivo.
36
Ibid., 21.
37
Ibid., 23.