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Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales (IDGT)
Desde esta perspectiva, puede entenderse el cuerpo como un territorio móvil. Es decir
que el espacio vital se convierte en un elemento importante que marca distancias,
fronteras, pero también acercamientos y formas de interrelación.
Estar junto a los demás y al mundo desde un diálogo afectivo, emocional, artístico y
situacional, facilita la presencia de un conocimiento encarnado en el instante compartido
(…) etimología compartida del ser y del sabor (…) Es así que las personas se destinan por
los canales afectivos de comprensión y atendiendo las singularidades de cada situación,
amasan un saber no abstracto, sino encarnado en la experiencia vivida (…) La persona es
un territorio colectivo que se dona. La presencia de lo vital, de un conocimiento que se
deja prender a través de la experiencia estética, provoca situaciones e invoca circunstancias
sorpresivas. Sumergirse en un saber afectivo, colectivo y artístico, nos invita a crear lo
cotidiano por fuera de toda anticipación racional.
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Lo anterior habla de formas holísticas de construcción de conocimiento, que superan
la esfera racional para adentrarse en un saber que atraviesa el cuerpo por medio de la
experiencia vital. Este conocimiento es profundo y se encarna en el cuerpo mismo,
en la vida y en la relación con las y los otros. El hecho de que esta construcción de
conocimiento tome forma dentro de una ecología creativa y artística, permite abrir
múltiples canales que enriquecen la visión de la realidad desde diversas perspectivas
y también «moldearla» a partir de materiales, movimiento, los ámbitos kinestésicos, la
palabra, la mirada y la capacidad de asombro.
Es así que la persona misma es un territorio colectivo porque a su cuerpo, primer territorio,
le habitan múltiples supraterritorios, desde la vestimenta, hasta los imaginarios sociales que se
«cargan» físicamente. El cuerpo, en relación con otros territorios-cuerpo, comparten espacios
vitales dinámicos entre la distancia y la cercanía, el contacto, la voz, el movimiento, el sudor.
El cuerpo es un lugar donde la historia queda grabada, por tanto profundizar en sus
lenguajes es una vía para el descubrimiento de nuevas identidades, otras versiones
de las múltiples historias que cuestionan los relatos oficiales. Roy Porter
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plantea
importantes consideraciones al respecto, entre ellas que el abordaje del cuerpo no puede
reducirse solamente a explicaciones biológicas y tampoco enfocarse únicamente en las
3
Ibid., 44.
4
Roy Porter. «Historia del cuerpo revisada», en
Formas de hacer historia (España: Alianza Editorial, 1993).